Un reciente estudio internacional encuestó a más de 500 líderes empresariales y les preguntó qué diferencia a los grandes empleados de los demás. Los investigadores querían saber por qué algunas personas tienen más éxito que otras en el trabajo, y las respuestas fueron sorprendentes; los líderes eligieron la “personalidad” como la razón principal.
En particular, el 78% de los líderes dijeron que la personalidad distingue a los grandes empleados, más que la coincidencia cultural (53%) e incluso que sus capacidades (39%).
“Debemos tener cuidado de no hacer el intelecto nuestro Dios; tiene, por supuesto, músculos poderosos, pero ninguna personalidad”. –Albert Einstein
El problema es que cuando los líderes hablan de “personalidad” no entienden a qué se están refiriendo. La personalidad consiste en un conjunto estable de preferencias y tendencias a través del cual nos relacionamos con el mundo. Ser introvertido o extrovertido es un ejemplo de un rasgo importante de la personalidad.
Los rasgos de la personalidad se forman a una edad temprana y se fijan al comienzo de la edad adulta. Las personas cambian en muchos sentidos a lo largo de su vida, pero la personalidad no se modifica.
La personalidad es distinta del coeficiente intelectual (o CI). Los dos no aparecen necesariamente juntos. La personalidad también es distinta de la inteligencia emocional (o IE); y aquí es donde el estudio, y la mayoría de los líderes en esta materia, han malinterpretado el término.
Las cualidades que los líderes en el estudio llamaban personalidad eran habilidades de inteligencia emocional. Y a diferencia de la personalidad, que es imposible de modificar, la IE puede cambiar y mejorar.
Los empleados excepcionales no poseen rasgos de personalidad dados por Dios; sino habilidades de IE simples y comunes que cualquier persona puede incorporar.
Los líderes no necesitan ir a buscar estas habilidades tampoco (aunque encontrarlas no hace mal); su deber es ayudar a que todos en su equipo aprovechen estas habilidades para ser excepcionales.
Basta con considerar algunas de las habilidades de IE que los líderes y gerentes comúnmente etiquetan erróneamente como características de la personalidad. Estas son las habilidades que distinguen a los empleados excepcionales.
Están dispuestos a esperar más tiempo por la gratificación. Un empleado excepcional nunca dice: “Eso no está en la descripción de mi trabajo”. Los empleados excepcionales van más allá de los límites de la descripción de su trabajo.
No se sienten intimidados o con derecho a reclamar; en lugar de esperar a que primero llegue el reconocimiento o la compensación, se adelantan en su trabajo, confiando en que serán recompensados más tarde, pero no se preocupan si no lo son.
Pueden tolerar el conflicto. Mientras que los empleados excepcionales no buscan el conflicto, tampoco huyen de él. Son capaces de mantener su compostura, mientras presentan sus posiciones con calma y lógica. Son capaces de resistir ataques personales, sin usar ellos esa táctica, en la búsqueda de un objetivo más grande.
Se concentran en sus tareas. A menudo se les dice a los estudiantes para pilotos: “Cuando las cosas empiezan a salir mal, no olviden volar el avión”. Muchos accidentes de avión se deben a que los pilotos se concentran tanto en identificar el problema que terminan estrellando el avión en la tierra.
El vuelo 401 de Eastern Airlines es solo un ejemplo: los miembros de la tripulación estaban tan preocupados por el tren de aterrizaje que no notaron que estaban perdiendo altura hasta que fue demasiado tarde, a pesar de las alarmas que se apagaban en la cabina. Los empleados excepcionales entienden el principio de “simplemente volar el avión”.
No se distraen con los clientes irritables, las disputas internas en la oficina o porque se cambió la marca del café. Pueden diferenciar entre problemas reales y ruido de fondo; por lo tanto, permanecen enfocados en lo que importa.
Son razonablemente valientes. Los empleados excepcionales están dispuestos a hablar cuando otros no lo hacen, ya sea para hacer una pregunta difícil (o “embarazosa”) o para desafiar una decisión ejecutiva. Sin embargo, lo hacen con sentido común y en el momento oportuno. Piensan antes de hablar, y eligen el mejor momento y lugar con sabiduría.
Saben controlar su ego. Los empleados excepcionales tienen ego. Si bien, esto es en parte lo que los hace excepcionales, no le dan a su ego más importancia de la que tiene. Están dispuestos a admitir que están equivocados y hacer las cosas de otra manera, ya sea porque la otra es mejor o para mantener la armonía del equipo.
Nunca están satisfechos. Los empleados excepcionales están totalmente convencidos de que las cosas siempre pueden estar mejor, y tienen razón. Las personas no dejan nunca de crecer, y no hay tal cosa como “suficientemente bueno” cuando se trata de mejora personal. Aunque las cosas vayan muy bien, los empleados excepcionales sienten el impulso de mejorar, pero también se gratifican dándose una buena palmada en la espalda.
Reconocen cuando las cosas están rotas y las arreglan. Ya sea un cajón de escritorio o un proceso ineficiente que derrocha dinero y afecta el flujo de caja de todo el departamento, los empleados excepcionales no hacen caso omiso de los problemas. “Oh, siempre se ha hecho así”, simplemente no es parte de su discurso. Consideran que los problemas son cuestiones que deben arreglarse inmediatamente; es así de simple.
Se hacen responsables de sus acciones. Si usted es un administrador que trata de descifrar un informe mal ejecutado, “no es mi culpa” es la frase más irritante en el idioma. Los empleados excepcionales se hacen responsables de los errores. Se hacen responsables de su trabajo, sus decisiones y todos los resultados, buenos o malos. Informan de sus errores a la gerencia en lugar de esperar que nadie se entere. Entienden que los gerentes no están para asignar culpas; sino para lograr que las cosas se hagan.
Venden una buena imagen de sí mismos. “Vender una buena imagen” puede significar muchas cosas. Dentro de la organización, significa ser “agradables”. Los empleados excepcionales son queridos por sus compañeros de trabajo. Tienen integridad y habilidades de liderazgo (incluso si no están en una posición de liderazgo oficial) a la que la gente responde. Externamente, significa que se puede confiar en que representan bien la marca. Los gerentes saben que pueden enviar a estos empleados a reunirse con clientes y prospectos sin preocuparse por lo que dirán o harán.
Neutralizan a las personas tóxicas. Tratar con personas difíciles es frustrante y agotador para la mayoría. Los empleados excepcionales controlan sus interacciones con personas tóxicas manteniendo sus sentimientos bajo control. Cuando necesitan enfrentar a una persona tóxica, se acercan a la situación de manera racional.
Identifican sus propias emociones y no permiten que la ira o la frustración alimenten el caos. También consideran el punto de vista de la persona difícil, y son capaces de encontrar soluciones y un terreno común. Incluso cuando las cosas se salen por completo de control, las personas emocionalmente inteligentes son capaces de darse cuenta de que estas personas no dicen la verdad ni lo correcto, y así evitan sentirse abatidas.
En resumen…
Tome nota de lo que no se menciona: habilidades de codificación, años de experiencia, títulos de negocios, etc. Estas cosas importan, pero no le convertirán en excepcional.
Por Travis Bradberry, coautor de EMOTIONAL INTELLIGENCE 2.0 & President at TalentSmart.