El estrés laboral tiene tres fases: la de alerta, que ocurre cuando el cerebro genera inmediatamente reacciones fisiológicas ante una amenaza; la de resistencia, en que el colaborador enfrenta situaciones de estrés “con una conducta acelarada”; y la de agotamiento, que sucede cuando la fase previa no ha sido controlada en su debido momento, por tanto, puede derivar en estrés crónico
Manuel Infante, docente de la Diplomatura de Coaching Profesional de la PUCP, explicó así la necesidad de que el colaborador busque herramientas para gestionar el estrés que pudiera atravesar. Pero subrayó que la “mejor receta” para evitar esa situación es “establecer una relación adecuada con las personas”.
En esa línea, señaló que las relaciones conflictivas con colegas de la oficina o con el jefe generan en el trabajador un estado de tensión que puede agravarse, no obstante, remarcó que el colaborador también tiene que analizar y reflexionar sobre su propia conducta, pues no todo es responsabilidad de la otra parte.
Así, el profesional tiene que poner sobre la mesa “su capacidad de escucha, nivel tolerancia, capacidad de queja y de comunicación”. Éste último punto, aclaró, está vinculado, en parte, a una presentación de resultados que él pudiera hacer frente a sus superiores.
En esos casos, “muchas personas suelen ponerse nerviosas, llegan a dudar de sus capacidades y se angustian en vano -prosiguió- pero es necesario aprender a confiar en uno mismo y el coaching ontológico puede ayudar en eso”.
“El cómo me relaciono con mis colegas, jefe y gerentes dependerá de la gestión emocional. Las emociones no las debemos reprimir; el miedo, la tristeza y la cólera son cosas que hay que aprender a gestionar”, precisó el coach.
Estrés positivo
A diferencia del negativo, el estrés positivo es “controlable” hasta cierto punto y, si el colaborador se lo propone, puede aprovechar ese estado (donde no registra un alto nivel de cortisol, una hormona que se libera como respuesta al estrés) para no afectar su desempeño laboral.
“Se le llama estrés positivo porque contribuye a generar acciones concretas: desenvolverse bien en las reuniones de trabajo, hacer intervenciones adecuadas, tener un mayor empeño a la hora de asumir ciertas responsabilidades”, dijo.
Infante destacó que los espacios de distensión, la actividad física regular, la alimentación y respiración adecuadas ayudan a reducir los niveles de estrés. Puntualizó que la correcta priorización de las actividades propicia jornadas menos abrumadoras. “No se trata de no tener tiempo, eso es una cuestión de prioridades”.
CIFRAS Y DATOS
- 200 mil millones de euros al año se pierden en Europa a causa del estrés laboral, puesto que afecta los niveles de productividad.
- US$ 150 mil millones anuales es el monto aproximado que se pierde en Estados Unidos por ese mismo motivo.
- La Organización Mundial de la Salud (OMS) proyecta que hacia 2020 el estrés laboral será mayor motivo de preocupación para las empresas.