Juan Flores, el hombre detrás de la dirección ejecutiva de IAB Perú, es un amante del entorno digital. Aunque a lo largo de dos décadas se desempeñó en el mundo corporativo, este comunicador de profesión se entregó al cambio por completo.
Hace cerca de cuatro años decidió fundar una asociación que promueve el emprendimiento y un laboratorio de innovación integrado por start-ups. Una decisión que, según dice, propició que “comience a pensar distinto”.
Hoy Flores también se declara un melómano. Dice que le apasiona el punk rock, y que Ramones es inamovible de su playlist. Aficionado también a la lectura, asegura que “Born to Run”, el título autobiográfico de Bruce Springsteen, reposa en su mesa de noche.
Su determinación a fundar una asociación, ¿supuso un giro relevante en su carrera?
Totalmente. Vengo de la industria tradicional, pero conseguí digitalizarme gracias también al contacto con los jóvenes, eso me permitió conocer un mundo que no conocía.
¿Qué aprendizajes rescata de la cultura digital?
A co-crear, pues no porque tengas experiencia vas a tener la razón, esto es muy colaborativo… De alguna manera, lo digital propone un cambio de paradigma sobre cómo fijas procesos, cómo los acortas, cómo buscas resultados de repente más rápidos, etc.
¿Qué atributos debe tener alguien que quiera precisamente integrarse a este entorno?
Creo que es necesario pensar en co-crear, en colaborar y en el bienestar común. Hay que ser crítico con los sucesos que uno observa y, por tanto, pensar en soluciones para luego buscar la manera de ejecutarlas. Solo así va a contribuir a generar impacto en la transformación digital.
¿Su labor le exige precisamente ser más observador?
Sí, sobre todo más crítico sobre los procesos o modelos de negocio tradicionales. Lo digital entra y lo cambia todo, porque puede que una empresa tenga un área de marketing pero habría que preguntarse si los procesos en contabilidad siguen siendo manuales, y así en muchos aspectos.
¿Cómo definiría su estilo de liderazgo?
Insisto en que la co-creación entre todos los miembros del equipo es importante. Claro que uno como ejecutivo asume un liderazgo en la toma de decisiones, pero es importante contar con la intuición de los más jóvenes y la experiencia de los que tienen trayectoria. Eso me permite tomar decisiones consensuadas.
¿A veces le es complicado desconectarse?
No, tengo la fortuna de tener dos hijos adolescentes a los que les dedico mi tiempo libre, el cual también invierto en la formación de millennials a través de la asociación e incubadora. Creo que tengo la fortuna de tener un círculo propicio.
¿Y lo combina con alguna otra actividad de distensión?
Me encantan la música y la lectura. El menor de mis hijos es músico, toca instrumentos de percusión y yo soy un amante de la música, siempre me he sentido vinculado al rock, esa es mi pasión. Cuando tenga 60, quisiera ser promotor de bandas de rock.
¿De qué manera lo concretaría?
Me encantaría tener un bar, un sitio en donde puedan tocar las bandas y promoverlas, hacerlas conocidas, es decir, volverme su mánager.
¿Cuáles son sus bandas de rock predilectas?
Ah, tengo mis superclásicos. Ramones, Sex Pistols, Social Distortion, The Clash, mi tendencia va hacia el punk rock. A nivel local, aunque creo que aún me falta hacer un recorrido para aproximarme a nuevas bandas, pero Kanaku y el Tigre, Cementerio Club, Daniel F y Leuzemia me parecen pajas… Turbopótamos me hubiera gustado que siga.
¿Suele programar algunos de sus viajes para asistir a conciertos o festivales?
Sí, me gusta mucho estar en vivo, acabo de escuchar que The Who va a estar en Chile, ahora en mayo también se alista un festival de California de música punk, todo un fin de semana, así que ojalá llegue. Sin ir lejos, en la Playa Huacama se presentan bandas de rock, hay una que siempre toca ahí, así que yo feliz. Mis vacaciones están vinculadas a la música (risas).
¿Qué está leyendo ahora?
“Born to run”, la autobiografía de Bruce Springsteen. Podría decir que a mí me impactan mucho esas personalidades… las que tienen carácter, pasión por querer seguir y disposición de aprender de sus fracasos, no quedarse ahí. Con mi hijo mayor comparto esa afición a la lectura. Tenemos una colección de libros.