¿Alguna vez ha llorado en el baño de su lugar de trabajo, tras mantener una intensa discusión con sus superiores?, ¿ha consolado a algún compañero de trabajo luego de que recibiera algún tipo de reprimenda? o quizá ¿ha estallado de ira cuando no obtuvo resultados esperados?
Situaciones similares suelen ocurrir en el trabajo, a pesar del convencimiento empresarial de que las emociones deben ser dejadas de lado en espacios donde debería reinar el lado racional del empleado. “Comprender el lugar de trabajo como un espacio puramente racional es algo totalmente equivocado”, sostiene Anne Kreamer, autora de Always Personal, Navigating Emotion in the New Workplace.
De acuerdo a la experta, cuando el ser humano recibe “amenazas cognitivas” (como las críticas de un jefe) es natural que se desaten determinadas emociones, debido a que estas están vinculadas al sistema biológico. Las hormonas del cerebro reaccionan al detectar algún tipo de peligro. Al igual que en la era primitiva, cuando aquellos hombres recibían “amenazas físicas” como la presencia de un animal salvaje.
Sus emociones
Es importante conocer sus propios patrones de respuesta emocional y procurar dominarlos en el lugar de trabajo, recomienda Kreamer.
Cuando tenga la sensación de querer llorar, intente tomar un vaso de agua para calmarse un poco. En caso de no lograrlo, enfrente la situación. Si acaba de ser ofendido en una reunión y no puede evitar las lágrimas delante de sus colegas, diríjase a quien lo humilló y dígale: “Está claro que lo que has dicho me molestó. ¿Podría decirme por qué has dicho eso?”
A fin encontrar el equilibrio emocional, comience bien el día. Haga ejercicios, actividades de relajación y/o meditación e incluso escriba en un diario. Encontrar un pequeño espacio de distracción durante de sus horas laborarles también rendirá sus frutos. En este caso, puede revisar algunas fotos familiares, escuchar música, etc. Desconectarse una vez al día de su trabajo por poco tiempo lo ayudará a dominar sus emociones y no perjudicará su productividad.
Las emociones de sus empleados
Los gerentes deben mostrar más empatía con sus empleados. Si el superior encuentra a su trabajador en medio de las lágrimas, debería consultarle si desea tomarse un tiempo libre para que luego retome con más tranquilidad su actividad laboral. También le podría sugerir que escriba lo que más le preocupa.
En caso de que el empleado estalle en ira o cólera, lo óptimo es que el jefe mantenga la calma y le comunique que dicho comportamiento está fuera de línea con la cultura.
Las mujeres son más propensas a llorar
La evidencia científica muestra que las mujeres lloran un promedio de 5,3 veces al mes, dentro o fuera del lugar de trabajo, en comparación con los hombres que lo hacen 1,4 veces. Por su parte, Kreamer asegura que, a diferencia de los hombres, las mujeres tienen en sus sistemas seis veces más prolactina (hormona relacionada con el llanto).
No obstante, el factor biológico está acompañado del cultural. Las mujeres no se sienten capaces expresar ira o rabia en su lugar de trabajo, porque hacerlo implicaría ganarse una mala reputación. Podrían ser mal vistas, sostiene Kreamer, quien añade para Forbes que ellas liberan la ira reprimida a través de las lágrimas.
En tanto, según Kreamer, dos tercios de los hombres jóvenes considera que mostrar ira es una herramienta de gestión eficaz, a pesar de que ello desmotiva al personal con el que trabaja.