Salvador del Solar: "A veces me decía: 'sigue actuando, compadre, qué haces metido en esto'"

El actor cuenta cómo, pese a los obstáculos, continuó con el proyecto. El guión fue el elemento más complicado y, según confiesa, el respaldo de su esposa fue clave en todo momento.

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A sus 45 años, Salvador del Solar está a punto de estrenar su ópera prima: “Magallanes”, una cinta que toma como base “La pasajera”, novela de Alonso Cueto.

En esta entrevista explica cómo sobrevivió al desaliento de un proceso largo y extenuante.

¿De qué modo asumió el salto de actor a guionista?
Hay varios elementos en común, hay una dramaturgia en la actuación porque el actor decide desde qué punto revelar (algo en específico).

¿Fue difícil encargarse de ese rol?
El principal reto fue entender que las imágenes con las acciones van contando una historia. Ese ejercicio que me tomó un tiempo fue por un lado frustrante, y fascinante por otro.

¿Por qué considera que el rol de guionista fue por momentos frustrante?
Porque así como con los libros, en las películas todos somos o lectores o espectadores antes que ser escritores o directores. Es un proceso en espiral: puede que te enfoques en un punto durante meses para sentir que tienes una escena, pero cuando la vuelves a leer piensas que no sirve, que no convence, que suena falsa, que dos hablan como si fueran la misma voz y no es la misma voz, etc.

¿El guion actual difiere mucho de su anterior versión?
En algún momento el guion tuvo hasta tres protagonistas diferentes y eso hacía que el eje central fuera por otro lado. Fue un trabajo de meses que llegó a la basura, pero después descubrí que podía rescatar algo.

¿Qué pasaba por su cabeza?
En ese momento, era frustrante. Pensé: esto no va para ningún lado. A veces me decía: sigue actuando, compadre, qué haces metido en esto.

¿En qué momento rompe esa barrera?
Suscribo ese popular consejo de que la verdadera tarea es sentarse, ni siquiera escribir. Un alto porcentaje de las horas que pasé ahí no estaba escribiendo, estaba sentado, solo pensando. Otro instante clave fue cuando gracias al guionista Martín Salinas, aprendí que hacer un buen guion toma el mismo tiempo que hacer una buena novela, él me dijo “tienes una buena historia, solo debes encontrar la mejor manera de contarla”.

Al inicio, Aldo Salvini estaba en la dirección, ¿qué lo llevó a hacerse cargo?
Hubo un momento en que, a cinco años de estar con el guion en mis manos, mi esposa me dice: “¿tú estás interesado en dirigir? Porque si es así, no vas a dirigir esta y vas a tardar cinco años más en otro guión, ¿a qué edad crees que vas a hacerlo?”. Así que hablé con Aldo, quien no tardó ni una milésima de segundo en decirme: “Adelante”. Fue bastante generoso.

¿Dudó en hacer sendos cambios sobre “La pasajera”?
Yo estudié con Alonso Cueto un taller de narrativa, y tiene una generosidad absoluta, me decía “anda por donde quieras”. Él está feliz de que “La pasajera” haya sido capaz de estimular esto. No solo me autorizo, me alentó.

¿Cómo fue el proceso de la cinta?
El guion lo inicié en el 2005, cuatro años después gané una beca de Fundación Carolina. Ya para el 2012 nos presentamos en el concurso de la DAFO. Luego comenzamos a buscar la coproducción, ahí entró Argentina, Colombia y España. Y es que el dinero que ofrece el Ministerio de Cultura solo cubre cerca del 30% del presupuesto.

Aun así, un presupuesto siempre está sujeto a cambios, ¿cuáles fueron los más complicados?
Uno tiene que aprender que el presupuesto a veces no es el que es. El verdadero presupuesto debe incluir el estreno, la promoción, la posproducción (en muchos casos eso ni siquiera está incluido), e incluso la posibilidad de presentarse a festivales, todo crece ante tus ojos.

¿Cómo se definiría como director?
Creo que he sido cercano. Esta experiencia me ha convencido de que la autoría en el cine tiene que ser compartida. Y estoy contento haber fomentado que cada quien haya reclamado la autoría que le corresponde. Entiendo la tentación de “nadie me diga nada”, pero en este caso las cosas fluyeron.

¿Cómo manejó el proceso creativo con los actores?
Tuve la suerte de estudiar con Alberto Ísola, quien es un director que nunca les da respuestas a sus actores sino los maneja a base de preguntas.

¿En qué sentido?
No se trata de exigirle al actor que haga esto o aquello. No es por ahí. Es preguntarles: ¿qué crees que pasaría, si..?, ¿cómo reaccionaría el personaje? Cuando el director pone lo que quiere ver, acaba con el proceso creativo, en cambio cuando usa estímulos, obtiene una respuesta auténtica. Y eso se nota en la pantalla.

¿Cómo esperaría que reaccionara el público al terminar de ver la película?
Ummm… Quisiera que salga del cine y que no necesariamente haya palabras, solo la sensación de que fue una buena decisión verla y luego pueda recomendarla. Sí, eso me gustaría…

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