(Bloomberg).- Un calor sin precedentes llevó el promedio de temperatura del mundo a territorio desconocido y hace rato que los científicos determinaron que la humanidad es la principal causa de ello.
Ahora, hasta las uvas están hablando. Una nueva investigación hace fácil observar el alza de los termómetros a través de una copa de color rosado.
Las uvas para vendimia son muy sensibles a su clima. Tradicionalmente, los vinicultores producen vinos de alta calidad cuando una temporada húmeda anticipada empapa las plantas y luego viene una sequía, lo que permite que madure el fruto. Dos científicos afiliados a la NASA, el centro de ciencias de la Tierra de Columbia y Harvard juntaron registros de vendimias de los últimos cuatro siglos para mostrar las tendencias producidas por cambios en la temperatura y las precipitaciones.
La investigación, publicada hoy en Nature Climate Change, concluye que el calentamiento ocurrido desde más o menos 1980 cambió la forma en la que crecen las uvas para vendimia. Ellas ya no necesitan aprovechar el calor y la sequía al final de la temporada porque las temperaturas ya están más elevadas.
La buena noticia es que probablemente haya habido un aumento neto de la calidad del vino. La mala: no es probable que dure en tanto prosigue el calentamiento.
Futuro caluroso
Europa tuvo una idea de cómo será su futuro más caluroso en agosto de 2003, cuando una ola de calor sin precedentes en más o menos quinientos años mató a por lo menos 20,000 personas. Si el calor extremo fue un beneficio para los vinicultores, no se pudo notar en las botellas.
“Podría haber un límite máximo” para el efecto positivo del calor sobre los vinos, dijo Benjamin Cook, el autor principal del estudio. “Por ejemplo, 2003 tuvo la cosecha más adelantada en nuestros registros (cerca de un mes de anticipación), pero las notas de calidad para ese año fueron regulares”.
Observar el calentamiento del mundo por medio de la producción vinícola es vital para los vinicultores, sus economías locales y los amantes del vino. En el orden del universo, no se trata del problema más grande de la economía global.
El problema más grande de la economía global es que la humanidad está agregándole dióxido de carbono, el gas más importante que retiene el calor, a la atmósfera a una velocidad mayor que la de cualquier época desde que se extinguieron los dinosaurios. Un estudio publicado en Nature Geoscience al mismo tiempo que el de los vinos concluye que se está inyectando carbono en la atmósfera a velocidades no vistas desde que ocurrió un calentamiento importante hace unos 56 millones de años.
El calentamiento provocado por el hombre no tiene igual, dicen los científicos. La tasa de cambio climático “es demasiado rápida como para que se adapten muchas especies, de lo cual probablemente resulte una extinción generalizada en ambientes marinos y terrestres en el futuro muy superior” a cualquier acontecimiento de la Era Cenozoica, hace 66 millones de años.
Se vienen años duros para el Merlot.