(Reuters).- Alemania rompió la ilusión de los argentinos de conseguir su primera Copa del Mundo en casi 30 años y de desahogarse masivamente tras años de penurias económicas, vaivenes políticos y frustraciones deportivas.
Decenas de miles de personas que se habían volcado a las calles en todo el país quedaron enmudecidas cuando el alemán Mario Götze anotó a los 112 minutos el único gol de la final disputada en Rio de Janeiro.
“Otra cachetada más. No tenemos ninguna alegría”, se quejó un frustrado Eduardo Manfredi, un empleado de 40 años, en un barrio de clase media del centro de la ciudad de Buenos Aires.
De norte a sur del país, una marea humana enfundada en los colores celeste y blanco de la bandera argentina había tomado pueblos y ciudades con la esperanza de celebrar la victoria de su equipo.
Desde que Argentina obtuvo su segunda copa del mundo en México en 1986, los argentinos han sido testigos de estallidos sociales, caídas de gobiernos y feroces crisis económicas que se ensañaron con sus ahorros y hundieron su nivel de vida.
A pesar de sus estrellas, la selección albiceleste prácticamente no ha logrado triunfos de envergadura desde su victoria en tierras aztecas.
Ahora, el país sufre una de las tasas de inflación más altas del mundo que este año podría superar el 40%, está cerca de caer en su segundo default de deuda en 12 años, y la debilidad de su economía está elevando el desempleo y la pobreza.
Y aunque no hubo triunfo en la final del domingo, varios miles de personas se agolparon en el centro de la capital argentina para festejar el subcampeonato en el Mundial de Brasil.
Al grito de “Argentina, Argentina”, los fanáticos defendían el desempeño de su selección, que fue mejorando el nivel de juego en cada partido que disputó, y se mostraban indulgentes con la estrella Lionel Messi, que no lució sus credenciales como el mejor jugador del mundo durante el torneo.
Un canal de televisión transmitía con la leyenda “orgullosos de ustedes” al pie de sus imágenes.
Regreso con la frente marchita
Se espera que el seleccionado argentino vuelva hoy a Buenos Aires.
La presidenta Cristina Fernández no estaría en la ciudad para recibirlos a menos de que cambie sus planes de iniciar la semana en la provincia patagónica de Santa Cruz, donde nació su carrera política.
“Mañana volvemos a la realidad. Por lo menos no van a decir que es otra cosa de la década ganada”, dijo Esteban Gallardo, de 50 años, en una esquina del centro de Buenos Aires donde pocos quedaron en las calles tras la derrota.
El Gobierno peronista había comprado los derechos para pasar todos los partidos del Mundial gratuitamente por el canal de televisión estatal y aprovechaba el entretiempo de los encuentros para pasar un aluvión de spot publicitarios sobre sus políticas tras más de una década en el poder.
“Los jugadores demostraron lo que tenemos (los argentinos), la garra para siempre sobreponernos (…) Somos un pueblo golpeado, pero siempre resurgimos”, dijo Carlos Bagot, un desempleado de 39 años.