Washington (AFP).- El gobierno ruso volvió a negar este martes haber interferido en el proceso electoral de las presidenciales estadounidenses de 2016, después de que tres exconsejeros del mandatario Donald Trump fueran imputados en el marco de una investigación sobre el caso.
El exjefe de la campaña de Trump, Paul Manafort, y otro consejero se declararon el lunes no culpables ante una corte de conspirar contra Estados Unidos, lavar dinero y otros cargos relacionados con la trama rusa.
Paralelamente, el exconsejero del presidente en materia de política exterior durante la campaña, George Papadopoulos, se declaró culpable el mismo día de haber mentido al FBI durante las pesquisas sobre sus contactos con miembros del Kremlim.
“Se nos acusa, sin una sola prueba, de injerencia en las elecciones no solamente en Estados Unidos sino en otros países”, dijo Lavrov en una conferencia de prensa en Moscú, al día siguiente de las imputaciones.
“A todo el mundo le gusta hablar, pero nadie puede presentar pruebas”, sostuvo.
Estas inculpaciones, las primeras del caso, afectaron de lleno al entorno de Trump después de meses de especulaciones y conflictos internos, que llevaron a nombrar un fiscal especial independiente, el exdirector del FBI Robert Mueller.
Manafort y su socio Rick Gates quedaron bajo arresto domiciliario tras ser acusados de esconder millones de dólares obtenidos a través de su asesoramiento al expresidente de Ucrania Viktor Yanukovich y su partido político afín a Rusia.
El primero pagó una fianza de 10 millones de dólares y el segundo otra de cinco millones para eludir la cárcel.
El abogado de Manafort, Kevin Downing, dijo que la inculpación del influyente lobista es “ridícula”.
Papadopoulos, de su lado, reconoció haber ocultado reuniones con funcionarios rusos que ofrecían información “sucia” sobre la rival demócrata de Trump, Hillary Clinton.
Esta acusación contra Papadopoulos es la más fuerte evidencia de una posible colusión entre la campaña y Rusia para favorecer la elección de Trump.
El mandatario reaccionó con ira a las acusaciones formales, negando en todo momento la interferencia rusa y exigiendo que la investigación se centre en Clinton.
“No hay colusión”
Trump señaló en Twitter que las acusaciones contra su exjefe de campaña se refieren a hechos ocurridos “hace años” e insistió en que “no hay COLUSIÓN”.
Pero las pesquisas han entrado en una nueva fase que puede poner en peligro la administración Trump. Mueller dejó abierta la puerta a nuevas imputaciones.
Papadopoulos confesó haber comunicado personalmente al mandatario y a otras personas poder organizar un reunión entre el entonces candidato republicano y el presidente ruso, Vladimir Putin.
Por otro lado, afirmó haber recibido la orden de un “supervisor de campaña”, del que se desconoce su identidad, para encontrarse con autoridades rusas en secreto si era “viable”.
Sus contactos incluían una sobrina de Putin y el embajador ruso en Londres.
La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, señaló que Trump no recuerda “los detalles de esa reunión” y que Papadopoulos tuvo un papel muy pequeño en la campaña.
“Fue extremadamente limitado. Era un voluntario. Y de nuevo, no se llevó a cabo ninguna actividad en nombre de la campaña sobre esto”, apuntó.
Las agencias de inteligencia de Estados Unidos concluyeron que Putin ordenó a su gobierno inmiscuirse en las presidenciales para favorecer la victoria de Trump. El pirateo y divulgación de correos electrónicos del Partido Demócrata y de Clinton formaron parte de esa trama.
Proteger al fiscal especial
Los demócratas, que señalan que las críticas contra Mueller y Clinton son para desviar la atención de la investigación, pidieron que el fiscal especial sea protegido.
“El presidente no debe, bajo ninguna circunstancia, meterse en el trabajo del fiscal especial”, subrayó Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado.
“Si lo hace, el Congreso debe responder de forma rápida, inequívoca y con el apoyo de ambos partidos para garantizar que la investigación continua”, agregó.
Manafort participó en la reunión del 9 de junio de 2016 en la Torre Trump de Nueva York entre el equipo de campaña del presidente con una abogada vinculada al Kremlin, que levantó las sospechas de colusión.
El encuentro fue organizado por el hijo mayor de Trump con el objetivo de recibir información que perjudicara a Clinton.
La inculpación de Manafort, sin embargo, se centra en sus lazos con Ucrania antes de la campaña y no hace mención directa a la interferencia rusa.
En marzo de 2016 fue fichado para impulsar la candidatura presidencial de Trump y en junio pasó a dirigir la campaña, en sustitución del Corey Lewandowski.
Pero en agosto renunció cuando las autoridades ucranianas difundieron documentos que demostraban que sus empresas habían recibido importantes sumas de dinero, algo que Estados Unidos ya investigaba
La policía estadounidense tenía conocimiento de transferencias bancarias relacionadas con Manafort que se remontaban a 2012, cuando comenzó a examinar si había cometido fraude fiscal o ayudaba al régimen ucraniano --por entonces muy cercano a Putin-- a lavar dinero.
Representantes de Facebook, Google y Twitter deben referir a comisiones parlamentarias, el martes y miércoles, lo que han descubierto sobre posibles conexiones entre entidades rusas y mensajes, avisos en redes sociales, incluso videos en YouTube.