Nueva York (AFP).- Rex Tillerson, el director ejecutivo de ExxonMobil escogido por Donald Trump para ser el próximo secretario de Estado, ha construido fuertes lazos con líderes de todo el mundo, pero el más notable -y controvertido- de ellos es con el ruso Vladimir Putin.
Ingeniero de formación, este empresario de 64 años y cabellos grises nunca ha trabajado para el gobierno, pero su experiencia con los negocios podría ser un activo importante al momento de defender los intereses de Estados Unidos.
Su relación con Putin aparentemente fue la clave para ser escogido por Trump, ya que el presidente electo desea mejorar las relaciones con Moscú, que se deterioraron gravemente a partir de 2014 tras la anexión de Crimea.
Sin embargo, esa relación también puede convertirse en un problema cuando el Senado vote si confirma o no a Tillerson, en un contexto marcado por la convicción de la inteligencia estadounidense sobre la interferencia de Rusia para ayudar a Trump a ganar las recientes elecciones presidenciales.
Tillerson “ha tenido más tiempo de relaciones con Vladimir Putin que cualquier otro estadounidense, con excepción de Henry Kissinger”, dijo John Hamre, del grupo de análisis Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, que tiene al petrolero como uno de sus principales donantes.
Y si Trump considera a Tillerson un hombre dinámico y capaz de obtener resultados, críticos que van desde pesos pesados como el senador conservador John McCain a defensores del medio ambiente tienen una larga lista de preocupaciones.
En esa lista, el hecho de poner a un empresario petrolero en un puesto clave para negociar acuerdos sobre cambio climático ocupa un lugar en el tope de la lista.
McCain dijo el lunes que los lazos de Tillerson con Putin son “una fuente de preocupación”.
“Tengo que examinarlo. Vladimir Putin es un matón y un asesino, y cualquiera que lo describa de otra forma está mintiendo”, comentó McCain.
Orden de la Amistad.
Tillerson y Putin se conocieron en la década de 1990 cuando el ingeniero estadounidense supervisaba un proyecto de Exxon en la isla rusa Sajalín, y esa relación se fortaleció después de que Boris Yeltsin renunció al poder en 1999 y Putin arribara al Kremlin.
Esa relación fue coronada con un histórico acuerdo firmado en 2011 entre Exxon y la gigante rusa de energía Rosneft para realizar exploración y perforación en el Ártico ruso y en Siberia.
El acuerdo fue estimado inicialmente en US$ 3,200 millones pero podría generar hasta US$ 500,000 millones en ganancias según el tamaño de los descubrimientos.
Pero todo el acuerdo se encuentra congelado a raíz de las sanciones económicas adoptadas por Estados Unidos contra Rusia.
Tillerson, quien fue condecorado con la orden rusa de la Amistad, dejó en evidencia su furia por las sanciones durante una reunión con inversionistas en 2014.
“Siempre tratamos de impulsar a las personas que toman estas decisiones a que consideren el muy amplio daño colateral y a quién están realmente afectando con las sanciones”, dijo.
Objetivos diplomáticos.
Nacido en Wichita Falls, en Texas, Tillerson pasó toda su carrera en Exxon, donde ingresó en 1975. Llegó a ser director ejecutivo en 2006 y tenía previsto retirarse en marzo próximo.
Su visión de la política externa es prácticamente desconocida, aparte del hecho de que es un defensor del libre comercio.
Entre los temas fundamentales que lo aguardan como secretario de Estado, deberá encargarse del acuerdo con Irán sobre su política nuclear.
En la campaña Trump defendió la idea de una revisión de los acuerdos alcanzados en 2015 entre Irán y el grupo formado por Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, Francia y el Reino Unido.
También tendrá que vigilar la aplicación de las sanciones a Rusia, y administrar los desencuentros con China y el interminable conflicto en Siria.
Sus acciones con relación al cambio climático serán también acompañadas con atención, después que se negó a recortar inversiones en la búsqueda de nuevos yacimientos de crudo.
Varios estados, incluyendo Nueva York, están procesando a ExxonMobil con ayuda de activistas medioambientales por aparentemente engañar al público sobre la responsabilidad de los combustibles fósiles en el calentamiento global.
Su nombramiento es “incomprensible”, expresó el grupo ambientalista 350.org.
La posición de Tillerson como accionista de Exxon, donde posee unos US$ 150 millones en títulos de la empresa, también presentan un conflicto de intereses, ya que sus decisiones como jefe de la diplomacia podrían afectar el precio de las acciones.
Si las sanciones contra Rusia resultan eliminadas, las acciones de ExxonMobil deberán aumentar explosivamente.