(Bloomberg) Walter Shaub Jr. no es conocido por exponer abiertamente sus ideas, ni tampoco la agencia que lidera.

Eso cambió el miércoles. Shaub, director de la Oficina de Ética del Gobierno de Estados Unidos (OGE), tomó la medida sin precedentes de criticar públicamente los planes del presidente electo, Donald Trump, de transferir su imperio empresarial a un fideicomiso administrado por sus dos hijos adultos, calificando la decisión de “sin sentido”.

La agencia normalmente declina comentar sobre casos individuales, mucho menos la de un próximo presidente.

“Esta es realmente la situación del ratón que rugió”, dijo Meredith McGehee, jefa de política, programas y estrategia de Issue One, un grupo que busca limitar el impacto de grandes donaciones a políticos. “Aquí está este empleado de gobierno que toma su cargo con seriedad y ve que el presidente electo no logra tomar el suyo con seriedad”.

Shaub, quien es descrito por personas que han tratado con él como profesional y tranquilo, primero propulsó su agencia de bajo perfil a la luz pública a fines de noviembre. En una serie de tuits, en forma prematura –e incorrecta– felicitó a Trump por su decisión de desinvertir.

“¡Magnífico! ¡Desinvertir es bueno para usted, bueno para Estados Unidos!” decía uno de los tuits –todo lo cual malinterpretó un comunicado de Trump que, como presidente, no tendría conflictos de interés­.

Ahora, al confrontar al presidente electo –y expresar dudas sobre los complicados requisitos de divulgación de información financiera que rodean a los designados para su gabinete– Shaub se puso al centro de la noticia y tal vez en medio de una controversia política. La OGE declinó comentar al respecto y llamadas telefónicas a Shaub no fueron respondidas.

Shaub ha pasado cerca de 13 años en la OGE y fue designado para un período de cinco años como director de la agencia por el presidente Barack Obama en 2013. Manteniendo la retraída reputación de la oficina, Shaub generalmente realiza el trabajo de la OGE tras bambalinas.

Por ejemplo, no habla en conferencias. Aquellos que han trabajado con él dicen que es metódico, académico y complaciente, y que es una persona que trata de alcanzar soluciones aceptables en negociaciones sobre acuerdos de ética.

“La agencia tiene una mentalidad de cumplimiento: ‘No vamos a investigar nada, no vamos a forzar nada”, dijo McGehee, quien en el pasado ha presionado a la OGE para que revise acusaciones de conflictos de interés entre funcionarios de alto rango de Estados Unidos.

El anuncio de Trump el miércoles de que mantendría su participación en la propiedad de más de 500 compañías con activos por US$ 3,600 millones en más de 20 países motivó a que Shaub llegara más lejos que cualquier otro director de la agencia, tal vez con reticencia.

“Me gustaría que las circunstancias fueran diferentes y que no sintiera la necesidad de realizar comentarios públicos hoy”, dijo Shaub el miércoles en la Institución Brookings, pocas horas después de que Trump hiciera público sus planes. “No podemos arriesgarnos de crear la percepción de que los líderes del gobierno usan sus posiciones oficiales para ganancia personal”.

Y en contraste con sus tuits de noviembre, las declaraciones que realizó Shaub el miércoles no fueron elogiosas. Shaub calificó el plan de Trump de solamente renunciar a dirigir sus compañías al tiempo que retiene su propiedad como “sin sentido desde una perspectiva de conflicto de interés”.

Criticar a Trump es una apuesta para Shaub. El puesto de director de la OGE depende exclusivamente del presidente y si Trump decide que quiere removerlo, es su prerrogativa.