Editorial de Gestión: Vehículos políticos

Elecciones 2014. El 50% de las listas presentadas esta vez, por ejemplo, pertenece a movimientos regionales. Es decir, agrupaciones que se forman, en su mayoría, con el único fin de impulsar candidaturas para luego diluirse hasta las siguientes elecciones.

REPRESENTACIÓN. Al cierre de las inscripciones para las elecciones regionales y municipales, el Jurado Nacional de Elecciones había recibido 14,171 listas con 116,252 candidatos. En un país con 25 regiones, 195 provincias y 1840 distritos, eso significa que, en promedio, cada peruano está encargado de revisar las propuestas de 30 personajes diferentes, así como de inspeccionar sus hojas de vida y sus credenciales antes de tomar una decisión informada el 5 de octubre de este año.

El problema es que con tantos candidatos, es casi imposible –y, ciertamente costoso- para la ciudadanía informarse acerca de cada uno de ellos. Un mecanismo que está diseñado para ayudar a filtrar las opciones es el sistema de partidos políticos. Sin embargo, en nuestro país los partidos –si es que se los puede llamar como tales- no suelen representar ninguna ideología en particular ni son una garantía de ningún tipo de gestión.

El 50% de las listas presentadas esta vez, por ejemplo, pertenece a movimientos regionales. Es decir, agrupaciones que se forman, en su mayoría, con el único fin de impulsar candidaturas para luego diluirse hasta las siguientes elecciones. Pero tampoco el 42% de las listas, que provienen de partidos políticos establecidos, presentan una situación muy diferente. Dado que la mayoría de partidos en el país –aún los más institucionalizados como el Apra, Fuerza Popular o el PPC- están diseñados como una extensión de sus líderes, muchos de los partidarios se resignan a usarlos como vehículos para acceder a una posición de poder. Peor aún si estas posiciones suelen determinarse por el aporte financiero de cada candidato en vez de por sus méritos individuales o militancia partidaria.

Esta es una muestra más por la que se necesita una reforma urgente que fortalezca a los partidos políticos. Es importante que partidos institucionalizados a nivel nacional, con ideología clara y que se deban a sus electores, se encarguen de establecer un filtro para posiciones tan importantes como la de presidente regional y alcalde, donde además las tentaciones son grandes y el control débil. Así, ante cualquier mal manejo sería el partido el que pague los platos rotos y no solo el individuo. Mientras tanto, seguiremos votando por el de la mejor sonrisa en los paneles.

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