¿Ha comprado recientemente algún producto o servicio a través de Internet? En España, tan solo una de cada cuatro personas declara haberlo hecho, frente a una de cada dos en el conjunto de la Unión Europea. A pesar de que la composición de la cesta de consumo on-line de los españoles es similar a la de los europeos, la relevancia del comercio electrónico es comparativamente reducida en todas las categorías de productos. Los hogares adquieren, sobre todo, artículos textiles, bienes relacionados con el tiempo de ocio (películas, música, libros, etc.) y entradas para eventos, mientras que las compras por internet de bienes duraderos son minoritarias.
¿Por qué la incidencia del comercio electrónico es menor en España? Las características del consumidor por internet, así como la capacidad de respuesta de las empresas a sus necesidades, determinan la trascendencia económica y el éxito comercial de las plataformas de venta electrónica como complementos o sustitutos del método tradicional de compra.
Los resultados de un estudio realizado por BBVA Research a partir de la encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en los hogares, elaborada por el INE, indican que la menor trascendencia de las compras on-line en España podría venir explicada por cuatro factores. En primer lugar, los consumidores españoles tienen unas características que los hacen menos propensos a adquirir productos por internet. En particular, un nivel de formación inferior, el bajo nivel de ingresos y la escasa relevancia de los hogares unipersonales. Por ejemplo, la probabilidad de que una persona con educación superior, un nivel de renta elevado y que vive sola compre on-line es casi un 60% mayor que la de otra con estudios básicos, un nivel de ingresos reducido y familia numerosa.
En segundo lugar, España se caracteriza por la escasez de núcleos urbanos con una densidad de población elevada, lo que reduce la incidencia del comercio electrónico debido, entre otras causas, a los mayores costes de transporte y a las limitaciones para explotar las economías de escala por parte de las empresas que comercian on-line.
En tercer lugar, los datos de la encuesta de uso de TIC y comercio electrónico en las empresas ponen de manifiesto la baja predisposición de éstas a explotar las posibilidades que las TIC ofrecen en su estrategia comercial. Aunque ocho de cada diez empresas españolas poseen conexión a internet y página web, sólo el 50% de éstas cuentan con un catálogo de productos y precios, y menos del 20% ofrece la posibilidad de realizar pedidos o reservas on-line. Este factor retroalimenta las suspicacias de los hogares sobre el comercio electrónico. Por ejemplo, uno de cada tres individuos declara confiar poco o nada en internet cuando utiliza su ordenador personal, mientras que tan solo uno de cada diez afirma tener mucha confianza. Entre estos últimos se encuentra una buena parte de los potenciales compradores on-line.
El cuarto de los factores que contribuyen a explicar la escasa implantación del comercio electrónico en España en relación con las principales economías europeas es la menor utilización de la banca por internet. Entre los hogares que se han conectado a la red en los últimos tres meses, tan solo la mitad ha utilizado la banca on-line, 11 puntos menos que el promedio de la UE-15 y 40 puntos por debajo de los líderes, los países nórdicos. El uso de la banca electrónica es un termómetro del grado de operatividad de los individuos en el entorno virtual y de la confianza en internet como canal comercial. Su papel como determinante del comercio electrónico es capital. Al respecto, las estimaciones indican que la utilización de la banca on-line incrementa en más de un 30% la probabilidad de adquirir productos por internet.
A pesar de las diferencias con Europa, cabe destacar que la proporción de compradores por internet en España se ha multiplicado por seis durante la última década. Sin duda, las políticas económicas orientadas a facilitar el acceso a internet y a promover la alfabetización informática han jugado un papel relevante en la difusión del comercio electrónico, pero la brecha con Europa es todavía notable. Queda, por tanto, un largo ‘camino digital’ por recorrer.
Juan Ramón García
Economista senior de BBVA Research
Mónica Correa
Economista senior de BBVA Research