En las filas de las instituciones financieras mundiales, Grupo BTG Pactual SA es un pececito con un balance más pequeño que KeyCorp. de Cleveland. Para una economía brasileña ya en peligro, parece algo mucho más grande.
El carismático fundador de la firma fue detenido la semana pasada y el miércoles cedió el control del banco de inversión independiente más grande del país. Conforme sus ejecutivos comenzaban a vender activos para disipar la preocupación por la liquidez, las acciones y los bonos del banco siguieron cayendo, arrastrando con ellos a los de sus rivales.
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Los mercados ya están nerviosos ante una economía que ha caído en lo que Goldman Sachs Group Inc. calificó de “depresión declarada” y la batalla de la presidenta Dilma Rousseff para evitar los intentos de destituirla. La detención del fundador de BTG, André Esteves, el 25 de noviembre como parte de una investigación por corrupción que abarca a todo el país y la posterior rebaja de la calificación de la firma a basura dan a los inversores más motivos de inquietud.
“Un banco obviamente está muy arraigado en todos los sectores financieros, de modo que no sabemos adónde llegará esto”, declaró Pablo Goldberg, gerente de cartera y estratega del equipo de deuda de mercados emergentes de BlackRock Inc., en una entrevista que tuvo lugar en Nueva York. “Desde el punto de vista de los inversores, ese es un factor que hay que tener presente. Tiene implicancias para el balance de algunos de los créditos que seguimos. También tiene implicancias para el país en cuanto a la confianza en las empresas”.
Evitar riesgos
BTG, que posee 302,800 millones de reales (US$78,000 millones) de activos, no forma parte de las primeras cinco firmas financieras de Brasil. Con relación a la economía local, está más cerca de las dimensiones de Bear Stearns Cos. que de las de Lehman Brothers Holdings Inc. a fines de 2007, de acuerdo con los datos que reunió Bloomberg.
“Esta crisis no ofrece ningún riesgo sistémico pero afecta a todo el mercado porque aumenta la aversión al riesgo”, dijo Joao Pedro Brugger, gerente de cartera de Leme Investimentos de Florianópolis, Brasil, que administra unos 500 millones de reales en activos. “Las acciones de otros bancos se están viendo muy perjudicadas por su posible exposición a los certificados de depósito de BTG”.
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Parte de la preocupación se debe a lo desconocido, como la exposición de los clientes a los 1.34 billones de reales de operaciones del banco con derivados nocionales, la suma de sus posiciones cortas y largas a fin del tercer trimestre. Sin embargo, esas posiciones probablemente no tendrían incidencia en el sistema financiero en general fuera de Brasil, dado que las firmas mundiales como Citigroup Inc. suelen tener más de US$50 billones en contratos de derivados nocionales.
La extensión de la mayor investigación de Brasil por corrupción también fomenta la incertidumbre. Los inversores de mercados emergentes podrían pensarlo dos veces antes de poner su dinero en Brasil debido al temor de que la pesquisa alcance a más banqueros u otras grandes compañías.