Bloomberg.- Los dos déficits que afectan a Estados Unidos en el 2016 –la escasez de mano de obra barata en los servicios y la escasez de viviendas económicas- son producto de una misma tendencia que ha pasado casi inadvertida: desde hace décadas, el nivel de educación de los inmigrantes es cada vez más alto.
Un informe reciente de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina titulado “Las consecuencias económicas y fiscales de la inmigración” muestra que desde 1970 el promedio años de estudio de los inmigrantes mexicanos aumentó de 5.7 años a 9.5 años.
En el caso de los inmigrantes latinoamericanos no mexicanos, el promedio de años de estudio pasó de 9.5 años a 11.3 años. En el caso de los inmigrantes chinos, aumentó de 10.5 años a 13.9 años.
Esta mejora en las aptitudes de los trabajadores inmigrantes complica los problemas del país en materia de mano de obra y vivienda. Históricamente, los inmigrantes eran quienes aportaban los músculos para construir la infraestructura del país.
En las décadas de 1820 y 1830, los inmigrantes irlandeses y alemanes construyeron canales. Los inmigrantes chinos fueron cruciales para construir el Primer Ferrocarril Transcontinental en la década de 1860.
El auge del Cinturón del Sol a fines del siglo XX, con las Olimpiadas de Atlanta de 1996, no podría haberse logrado sin los trabajadores de la construcción mexicanos. (Los juegos incluso recurrieron a inmigrantes ilegales para cumplir los plazos.)
Los inmigrantes de hoy, muchos de los cuales llegan con título universitario, buscan otras carreras profesionales. Estos individuos no van a contribuir a la oferta de viviendas. Pero sí a la demanda.
Conforme a la “antigua normalidad” de inmigrantes con menor nivel de educación, los trabajadores se apiñaban en sectores céntricos pobres de las ciudades como los antiguos barrios chinos o comunidades rurales como el Valle Central de California.
Pero los inmigrantes con alto nivel educativo suelen desear, y pueden pagar, el mismo tipo de barrios que los estadounidenses nativos educados: barrios suburbanos con buenas escuelas.
Estos barrios a menudo son el tipo de comunidades estables y deseables que tienen estrictos límites respecto de la densidad y las nuevas construcciones y restringen la oferta de viviendas.
De modo que la llegada de inmigrantes educados tiene el efecto de subir los precios, haciendo que queden fuera del alcance de algunos residentes nativos (y de inmigrantes con menor nivel de educación).
Esto está pasando no sólo en las comunidades que se encuentran en los alrededores de las grandes atracciones turísticas como la Zona de la Bahía de San Francisco o el sur de California sino también donde vivo yo, en la Atlanta metropolitana.
Del 2011 al 2016, la inscripción de estudiantes asiáticos en las escuelas públicas de Georgia aumentó en 11,400 alumnos. El 53% de ese crecimiento se produjo en sólo dos de los 159 condados de Georgia: Fulton y Forsyth, ambos en la zona de Atlanta.
Este rápido cambio demográfico lleva a conjeturar que los blancos huyen de las comunidades que son cada vez más asiáticas, como sucedió en California.
Los inmigrantes de alta calificación son los que menos oposición despiertan desde un punto de vista político, dado que casi todos coinciden en que llevan a un crecimiento económico más veloz y a mayor innovación y espíritu emprendedor y son contribuyentes netos al presupuesto estatal.
Pero como nos recuerda la actual campaña política, no todos consideran que los beneficios de la inmigración para la sociedad compensan el costo personal.
Y quienes más pierden con una inmigración altamente calificada quizá son los miembros de la clase media alta (mayoritariamente blanca) de hoy, que enfrentarán más competencia por las buenas viviendas, las buenas escuelas y los buenos empleos.
No es que esto tenga algo de malo. Pero debemos estar preparados para ese cambio, dado que es más probable que los nuevos inmigrantes estadounidenses compren casas suburbanas en vez de que las construyan.