(Bloomberg).- Ni siquiera muerto se puede escapar de la burbuja inmobiliaria.
De Nueva York a Londres, poblaciones cada vez más numerosas compiten con los muertos por la tierra, haciendo subir los costos de las propiedades hasta en la otra vida. En las megaciudades de Asia, donde lo común es la cremación, hasta el espacio para urnas escasea.
“Al fin de cuentas, es como cualquier otra propiedad inmueble”, dice Amy Cunningham, directora de una funeraria autorizada del estado de Nueva York. “Los precios conspiran para dejar los entierros fuera del presupuesto de la mayoría de las personas”.
Cada semana mueren unos mil neoyorquinos. Manhattan se está quedando sin espacio para ellos. En Brooklyn, los precios de las parcelas para los difuntos y los apartamentos para los vivos están en niveles récord.
Un mausoleo de 756 pies cuadrados (70 metros cuadrados) en el Cementerio de Green-Wood, ubicado en el límite del barrio Park Slope de Brooklyn, cuesta US$ 320,000. Una vivienda unifamiliar de 1,800 pies cuadrados al otro lado de la calle se vendió por US$ 245,000 en 2009. Hoy vale US$ 1 millón, según el sitio web de bienes raíces Zillow Inc.
El exalcalde Ed Koch quizá sea uno de los últimos neoyorquinos en ser enterrado en Manhattan. Pagó al Cementerio de Trinity Church US$ 20,000 en 2008, cinco años antes de fallecer a los 88.
“No quiero dejar Manhattan, aun cuando ya no esté aquí”, le dijo Koch a The Associated Press en aquel momento. “La idea de tener que irme a Nueva Jersey me resultaba muy angustiante”.
Alternativas baratas
Al otro lado del río Hudson, hay más de cien cementerios para elegir. Salir de los cinco barrios puede reducir el costo en un 75%, señaló Cunningham. Hacia el norte del estado, una sola parcela rural a menos de tres horas de auto del Puente George Washington puede costar tan sólo US$ 500. Puede ser más barato aún tirar las cenizas al mar o ser apilado sobre un cónyuge para toda la eternidad.
Dejando de lado las parcelas para inhumación, el costo medio de un funeral en los Estados Unidos se disparó de US$ 700 en 1960 a US$ 7,000 en 2012, según la Asociación Nacional de Directores de Funerarias con sede en Milwaukee, Wisconsin.
Eso y el cambio en las actitudes culturales y religiosas explican por qué las cremaciones serán cada vez más comunes, apuntó Christopher Coutts, profesor asociado de planeamiento urbano y regional de la Universidad del Estado de Florida en Tallahassee.
En 1960, menos del 4% de los estadounidenses elegían ser reducidos a cenizas. En 2012, el porcentaje fue de 43%, según la asociación. Este sigue siendo más bajo que en Londres, donde llega al 70%, o en Tokio, donde prácticamente no hay alternativa a la incineración.
“El problema es acuciante, ahora más que nunca”, dijo Coutts, coautor de un trabajo académico de 2013, “Planning for the Deceased” (Planeando para los muertos). “En este momento, no estamos siendo eficientes ni respetuosos del medio ambiente”.