No importa el riesgo de ahogarse cuando tu flotador pretende asegurarse con el mejor contenido del mundo. Y este salvavidas ficticio no está lleno de aire, sino de series y películas emitidas en la plataforma de streaming líder del mundo: Netflix.
En el año, Netflix ha crecido 43% en bolsa, ha batido las predicciones de propios y extraños, y su crecimiento no parece detenerse. Sin embargo, conforme se expande a través de cables y fronteras, su deuda también se estira.
Mientras Reed Hastings, CEO de la compañía, asegura que el flujo de caja libre negativo que presentan refleja el rápido desarrollo de la empresa, algunos expertos no se muestran tan confiados.
Según su último reporte financiero, Netflix mantiene una deuda a largo plazo de US$ 4,836 millones. Si le sumamos los US$ 15,700 millones de sus obligaciones de contenido (licencias y producción de contenido), obtenemos una nada ligera suma de US$ 20,500 millones en pasivos y deuda.
Entonces aflora la pregunta, ¿esta montaña de deuda es un pasaje a las estrellas o una bomba de tiempo?
Zona de fans
No es secreto que la gallina de los huevos de oro de Netflix es su enorme base de suscriptores. La ecuación es sencilla, mientras más usuarios conserve la compañía, más dinero ingresa.
Y he aquí la clave del éxito de Netflix: no se cansa de superarse. Para el segundo trimestre de 2017 (Q2) la proyección era de 3.2 millones de nuevos suscriptores globales. Lograron sumar 5.2 millones en total.
Si juntamos la cifra con la del primer trimestre tenemos un resultado semestral de 10.2 millones; es decir, 21% más que 2016.
En total Netflix suma 104 millones de suscriptores, y por primera vez en su historia, el mercado internacional (50.1% de membresías) es más grande que el doméstico.
Este crecimiento anual de 35.8% en sus ingresos, y de varios millones de suscripciones, no es fruto de la magia de la Internet, sino de una peligrosa estrategia que, por el momento, parece pagarle muy bien a la empresa californiana.
Netflix original
La última gran adquisición de la compañía audiovisual se llama Millarworld, la editorial de cómics casa de Kingsman o Kick-Ass. No es una compra pequeña.
Esta transacción obedece a una estrategia ampliamente conocida de la empresa: apunta a tener un catálogo que sea 50% contenido original. Y solo basta dar una vuelta por la galería de títulos en la aplicación para caer en la fiebre del “A Netflix Original series”.
No es muy difícil asumir que buscan atraer usuarios por su propia oferta, en lugar del contenido licenciado. Esta iniciativa coronó a la compañía como la que más invirtió en producciones propias el año pasado, con US$ 6,000 millones, superando, incluso, a Disney y toda su parafernalia de superhéroes y caballeros jedi.
Pero apostar por nuevas series o películas tiene un riesgo muy alto: ¿qué pasa si no consiguen un hit? El año pasado sintieron el calor de la soga en el cuello cuando la caja comenzó a ajustar. Por fortuna, llegaron cuatro niños al rescate bajo el estandarte de Stranger Things. ¿Podrán repetir el plato?
De hecho, muchos de los populares “Netflix Originals” no son estrictamente originales. En cambio, Netflix paga por las licencias para tener la exclusividad de la transmisión.
Sin mucho rodeo, House of Cards (Media Rights Capital), Orange Is the New Black (Lionsgate) o The Crown (Sony), son producidas por los estudios entre paréntesis. Y ya imaginarán quién produce las series de superhéroes. Sí, Marvel.
Estas series, favoritas de los fans, sin duda, entran en el grupo de los US$ 15,700 millones de obligaciones. Lo cual puede no pintar muy bien para la compañía si es que falla en producir un nuevo éxito propio.
Novedades y cancelaciones
La racha de inversión en múltiple contenido no ha sido siempre color de rosa. Algunas grandes apuestas fallaron. Y mientras la compañía se enorgullece de haber renovado el 93% de su programación, el 7% restante incluye mega producciones canceladas, como The Get Down y Sense8.
Es parte del riesgo, cierto. Pero considerando que producir ambas series costó (solo en la primera temporada) US$ 120 y US$ 108 millones, respectivamente, difícilmente fue un riesgo barato.
Ahora, si lo ponemos en frío, los activos corrientes (en contenido) en el último reporte suman US$ 4,149 millones. Es decir, activos líquidos dentro de los próximos doce meses.
En cuanto a sus activos no corrientes, o a largo plazo, suman US$ 9,078 millones.
En teoría, ambos son saldos positivos. La cuestión es el crecimiento de cada uno. Durante los últimos seis meses, los activos corrientes de Netflix han crecido 11.3%, mientras los no corrientes se elevaron 24.8%.
Esta tendencia orientada al largo plazo podría preocupar a más de uno, considerando la tonelada de deuda y obligaciones. No obstante, lo que a Netflix se le escapa del bolsillo, lo recupera en reputación.
Además de mantener la confianza de los inversionistas con una racha impresionante de nuevos suscriptores, las producciones originales les han cosechado 91 nominaciones a los Premios Emmy.
De hecho, Netflix hace tiempo decidió apostar por la calidad, en desmedro del blockbuster, y puede que ahí recaiga su mini pecado.
Proyectos incluyendo a Martin Scorsese o Sandra Bullock en el maletín, pueden darle el status que hace tiempo busca la compañía. Si a eso le sumamos un drama como Okja o Beasts of no Nation, Netflix busca caracterizarse no solo por una cantidad amplia de contenido, sino por su calidad.
Pero, como es conocido en el mundo del espectáculo, la calidad no siempre es sinónimo de dinero.
Michael Nathanson, analista en MoffettNathanson, explicó a Los Angeles Times que Netflix debería “emular lo que Disney y DC Comics están haciendo”.
“Filmes de prestigio no son el mejor uso de capital si estás tratando de construir una marca global”, comentó.
Bye bye, Mickey Mouse
Disney parece haber entendido su estrategia a la perfección, pues ayer decidió retirar su contenido de Netflix para crear su propia plataforma de streaming en 2019.
Si bien solo retirarán programas de Disney y Pixar (aún no se sabe si incluye a Marvel y LucasFilms), la intención de la casa de Mickey Mouse de independizarse como canal online pone en el tapete otro riesgo del gigante web.
Solo el anuncio golpeó a ambas compañías. Netflix bajó poco más de 3% en bolsa, mientras que Disney se vio disminuida en -3.77%. Aunque el verdadero jab se lo lleva la primera, pues el deadline de sus originals ya se hizo evidente.
En resumen, debe apresurar su misión de llenar la biblioteca con originales de calidad, y asegurar su propio futuro como productora antes de que más compañías se animen a proclamar su independencia.
Al final del día, el futuro de Netflix puede ser maravilloso o terrible. Exceptuando el incidente Disney, todos parecen tranquilos con su performance, tanto los empresarios con su dinero, como los usuarios en sus casas.
La última respuesta al acertijo de la estrategia de deudas y riesgos probablemente llegue de sorpresa y sea la próxima serie de la que hablará medio mundo. Mientras tanto, Netflix and chill.