(Bloomberg) Ejecutivos de Monsanto dijeron que esperan que la elección presidencial en Argentina este domingo lleve a una reformulación de las políticas agrícolas a las que se ha responsabilizado de una caída en la producción y las exportaciones de uno de los mayores productores de maíz y soja.
Mauricio Macri, el candidato opositor y favorito en intención de voto según las encuestas, ha asegurado durante meses que eliminará los impuestos a la exportación de 23 por ciento sobre el maíz y 35 por ciento sobre la soja. Su rival en la segunda vuelta, Daniel Scioli, a quien respalda la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, dijo en octubre que hará lo mismo.
Ese cambio casi seguramente contaría con la aprobación de la mayor parte, si no de la totalidad de los agricultores, que llevan años protestando por los impuestos y acumulan producción para no pagar. Para Monsanto, la mayor proveedora del mundo de semillas, el país latinoamericano es un importante mercado de crecimiento que podría contribuir a que la compañía logre su objetivo de obtener mayores ganancias en los próximos cuatro años. Poner fin a los impuestos incentivaría la siembra de más hectáreas, dijo el máximo responsable ejecutivo, Hugh Grant.
“En este momento, los agricultores argentinos lo piensan dos veces antes de sembrar, ya que la primera parte de la cosecha va para el gobierno”, dijo el miércoles en una entrevista en St. Louis tras concluir dos días de reuniones con inversores.
Rotación de cultivos
Argentina ha exportado US$ 17,600 millones de granos y oleaginosas en lo que va del año, la menor cantidad para el período desde 2009, según datos de un grupo de exportadores. Los impuestos a las exportaciones han eliminado US$ 10,000 millones anuales en ventas agrícolas al exterior, según Jorge Brito, presidente de la firma ganadera Inversora Juramento.
Mike Frank, vicepresidente comercial global de Monsanto, opina que también es necesario reformar las políticas gubernamentales que limitan a un año los arrendamientos agrarios. La situación actual inhibe la inversión a largo plazo en un país donde la mitad de la tierra agrícola se alquila, dijo, y desalienta además la rotación de cultivos, que puede contribuir a evitar que las plagas desarrollen resistencia a insecticidas específicos.
“Tengo la oportunidad de reunirme con agricultores de todo el mundo, y yo diría que los de Argentina son los que más problemas enfrentan en la actualidad”, dijo Frank.
Ya hay indicios de optimismo entre los productores agrícolas del país. Un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires pronosticó en septiembre que este año se reduciría un 20 por ciento la superficie sembrada de maíz y que la siembra de soja declinaría 1 por ciento, pero esa perspectiva podría mejorar porque cada vez es más probable que se modifiquen los impuestos a la exportación, dijo Esteban Copati, analista jefe de la bolsa.