Sao Paulo (Reuters).- La automotriz estadounidense General Motors Co despidió el martes a 598 trabajadores de una planta en el estado brasileño de Sao Paulo, en momentos en que enfrenta fuertes críticas de políticos por sus intentos de cerrar lo que considera una línea de ensamblaje poco competitiva.
La decisión se produjo después de negociaciones con miembros del sindicato en enero, cuando GM acordó invertir cerca de 500 millones de reales (249 millones de dólares) y mantener operativa la línea de ensamblaje, que fabrica el sedan Classic que ya lleva 10 años, en su planta de Sao José dos Campos.
La línea, que contaba con unos 1,800 trabajadores antes de los despidos, continuará operando al menos hasta fines de año. Los 598 empleados removidos habían estado en un permiso pagado por los últimos meses.
Todo el complejo de Sao José dos Campos de GM empleaba a 7,500 trabajadores el año pasado.
Los despidos dejan en evidencia las dificultades de las automotrices en Brasil por los altos costos laborales y el enfriamiento de la demanda, la cual provocó el año pasado una contracción del sector de ventas de autos del país por primera vez en una década.
La productividad también se desplomó a un mínimo de nueve años en el 2012, elevando la posibilidad de realizar despidos -un asunto políticamente sensible en Brasil- en medio de una economía más lenta.
Desde el año pasado, GM ha enfrentado la presión de la presidenta Dilma Rousseff para que retenga a trabajadores a cambio de exenciones tributarias, lo que ha ayudado a elevar las ventas en el cuarto mayor mercado de autos del mundo.
El problema de GM en la planta de Sao Paulo es uno de los conflictos laborales de más alto perfil en Brasil, donde el ajustado mercado laboral ha forzado a las compañías a acceder a importantes alzas salariales.
El desempleo ha bajado a mínimos récord pese a dos años un crecimiento económico lento, lo que ha ayudado a impulsar la popularidad de Rousseff y de su izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
(1 dólar = 2.01 reales)