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¿Cómo se logró estabilizar la economía peruana en la década de los 90?

Entrevista a Roberto Abusada, Pdte. del Instituto Peruano de Economía y exviceministro de Economía.

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¿Qué escenario político y económico hizo posible la elección de Alberto Fujimori?
Habría que remontarse a la crisis generalizada de finales de los 80: hiperinflación, terrorismo, crisis sanitaria, recaudación insuficiente, deudores, cortados de las instituciones internacionales de crédito, declarados inelegibles para el FMI y los precios subiendo de una manera que los jóvenes de hoy no entenderían.

Es en esa situación que se da una campaña política peculiar: un candidato del APRA relativamente débil, Vargas Llosa con un enfoque liberal y propugnando un shock económico, y Fujimori que empieza a surgir asustando a la gente y proponiendo el “no shock”. Cuando Fujimori es electo, se da cuenta de que es imposible manejar el país: no había caja, no había reservas, no había crédito y no había manera de parar la inflación.

Entonces, básicamente aplica el plan de Vargas Llosa, con una diferencia en el área macroeconómica. La idea de Vargas Llosa era producir una maxidevaluación, fijar el tipo de cambio y que todos los precios se alineen a este. La liberalización de precios y la fijación del tipo de cambio proveería un impulso a las exportaciones y el país convergiría rápidamente a poca inflación.

Sin embargo, fijar el tipo de cambio requiere una condición macroeconómica importante: que esa fijación sea creíble; es decir, que no vuelva a haber otra inflación o devaluaciones seguidas. En ese contexto, no era posible garantizarlo, porque no había reservas ni crédito.

Entonces, los que planeamos ese shock no usamos el ancla del tipo de cambio, sino el ancla monetaria. Y esta fue magistralmente manejada por el viceministro de ese entonces, Alfredo Jalilie. Funcionaba básicamente como una bodega: entraba el dinero de un día, y ese era el dinero que se gastaba. Esa ancla fue eliminando la inflación y, en tres años, llegó a un dígito. Ese fue el primer logro económico.

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¿Qué siguió?
Todavía no se habían resuelto los problemas de fondo: la pobreza, la falta de infraestructura, los problemas en la burocracia y los problemas sanitarios. Era un país que había resuelto básicamente un problema grave con un cambio de régimen económico. En tres años, pasamos de un estatismo a un régimen de economía de mercado, y no porque Fujimori fuese un liberal, sino porque no había mucha alternativa. Las empresas públicas acumulaban muchas pérdidas, no eran viables.

Faltaba, entonces, hacer las reformas que van con esa economía de mercado: liberalizar otras cosas junto con los precios, como la entrada y salida de capitales del país; se liberaron los aranceles, se quitaron las prohibiciones a importar y se estableció un tratamiento igualitario a la inversión nacional y a la extranjera. En la constitución que dio Fujimori en 1993, el capítulo económico consagra ese nuevo régimen. En los cinco años siguientes, la economía creció a 7,1% en promedio. En 1995, se realizan las elecciones y gana abrumadoramente Fujimori.

Una de las herencias del primer gobierno de García fue que el Estado peruano no pagara su deuda pública externa.

En realidad, quien deja de pagar la deuda es Belaunde porque no había recursos, pero la deja de pagar un poco en desesperación. En cambio, García hace lo mismo que Belaunde, pero con orgullo. En los 90, no habíamos hecho absolutamente nada con la deuda, y teníamos cuatro tipos de deuda: con las organizaciones internacionales de crédito (el FMI, el BM, el BID); con la banca; con los proveedores; y con países: lo que se conoce como las deudas del Club de París.

Se debe renegociar con los acreedores extranjeros el pago de la deuda para reinsertar al Perú en el mercado internacional. ¿Cómo se realizaron estas negociaciones?
La reinserción era un tema complicado y empieza así: con un crédito del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), se entra en una negociación con el BID, y este da un crédito de, aproximadamente, US$ 280 millones; y se empiezan negociaciones con el BM y los contactos con el FMI. Las reformas que se estaban llevando a cabo justificaban los préstamos, pero refinanciar la deuda resultaba imposible para tales organizaciones multilaterales, porque estas están catalogadas como triple A y, si refinanciaban la deuda de un país que estaba muy mal, iban a perder esa calificación. Ni el BM ni el BID se lo hubieran permitido.

¿Cómo se sale de este entrampamiento?
Se firman dos préstamos importantes con el BID y con el BM, pero no se desembolsan. Existe todo un periodo en el que se van haciendo las reformas
y solamente al final se desembolsan los préstamos para pagar lo que se les debía. Esta es una refinanciación escondida, y para esconderla se requería, por unas horas siquiera, de dinero para pagarles, desembolsar los préstamos y después pagar a quienes nos había prestado el dinero por unas horas. Esa negociación fue muy complicada y participaron el Tesoro Americano y el Gobierno de Japón. Lo negociamos y, un día, cuando habíamos terminado dos años de reformas, en una hora se desembolsaron los préstamos de Japón y Estados Unidos: con estos, se les pagó al BID y al BM. Solo entonces, el BM y el BID desembolsaron los préstamos y pagamos. Fue una especie de trampa con la que obtuvimos una refinanciación de las instituciones, pero, básicamente, en la forma de nuevos préstamos.

¿Y con el resto de deudas?
El tema del Club de París era complicadísimo, porque debíamos desde la época de los militares. La primera reunión tuvo lugar en 1993. Yo era el asesor principal del ministro Camet, y juntos renegociamos el primer Club de París. El Perú estaba en una situación angustiante en términos de necesidades, y hubo que recurrir a lo que se llamaban grupos de apoyo, que era básicamente pasar el sombrero por países e instituciones. Ellos prometieron ayudar al Perú, y así se resuelve la parte del Club de París. Paralelamente, teníamos que negociar con los proveedores y renegociar deudas bilaterales. Además, le debíamos a innumerables bancos, pero la deuda con la banca se terminó de negociar en 1996, mediante la emisión de los bonos Brady. Así es como se logra, después de muchos años, la reinserción del Perú.

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Como parte del proceso de estabilización de la economía, se apostó por las privatizaciones. Entre 1991 y 1998, se llevaron a cabo las principales. ¿Cómo afectaron estas las condiciones laborales?

Naturalmente, tanto de las empresas como del Estado salieron muchísimos empleados que no encontraban trabajo en el sector privado. Es cuando empiezan a proliferar los taxistas y las combis, porque tampoco había suficiente transporte en el Perú. Eso se convierte en una especie de salvataje. Surge también un sector informal grande en el comercio. Los tres rubros más importantes de la privatización son minas, empresas de comercialización y telecomunicaciones. Esas privatizaciones fueron bastante exitosas.

El presidente Fujimori, curiosamente, le daba mucha importancia al precio con el que se vendía cuando, en realidad, más que el precio, lo que nosotros queríamos era que las empresas empezaran a generar bienes y servicios. Se obtuvieron las dos cosas: Telefónica se vendió en US$ 2000 millones; el banco Continental, en cerca de US$ 200 millones; etcétera. Esas privatizaciones iban con el cambio del régimen económico: salía el Estado de la producción y entraba el sector privado. Algunos de estos se convertirían en monopolios conscientemente otorgados; entonces, se crean también empresas reguladoras.

¿Cómo se manejó el surgimiento de esta fuerza laboral informal?
Siempre existió la fuerza laboral informal, solo que cobró fuerza y, en realidad, en esos momentos, salvó al Perú, porque generó mucha producción. Ahora, es un problema, porque ya este es un país más moderno y no puedes tener todo un sector de la economía que no paga impuesto a la renta, que no cumple con los arbitrios ni tiene las leyes laborales mínimas, que no tiene seguridad ni posibilidades de adquirir tecnología para pasar de ser microempresas a empresas medianas.

Ese problema todavía no se ha resuelto en el Perú. Pero, en el momento en el que el Perú salió del hoyo, el sector informal jugó un rol muy importante. No pagaba impuesto a la renta, pero era difícil que se escapara del impuesto de valor agregado si quería comprarle a una empresa grande o al impuesto a los combustibles. Había también algunos otros impuestos selectivos. Junto con eso, se creó la Sunat, y la recaudación de impuestos subió por dos razones: mejoró la administración y, principalmente, porque se acabó la hiperinflación. Imagínate que pagabas impuestos una vez al año. Al comienzo del año, tú habías ganado una cantidad y, al final del año, eso prácticamente era nada, entonces lo que tenías que pagar era nada.

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En este proceso de reordenamiento económico, ¿cómo responde el país frente a las crisis económicas internacionales?
Con la crisis asiática y la crisis rusa de 1998, los mercados internacionales de crédito se salieron del Perú y dejaron a los bancos sin dinero para prestar. A diferencia de las crisis posteriores que hemos vivido, en ese momento, no había depósitos en los bancos, los créditos que recibía el sector productivo básicamente eran de líneas de crédito del exterior. Lo que pasa normalmente en estas circunstancias es que los créditos se retiran y se entra en una situación donde se rompe la cadena de pagos: tú no me pagas a mí, porque a ti no te han pagado, etcétera. Entonces, empiezan a quebrar los bancos (como siete bancos), porque no hay crédito, no hay liquidez y no hay ahorros. Los extranjeros abruptamente cierran el crédito al Perú y no hay suficientes depósitos para que funcione el sistema económico. Entonces, quizás, el BCR debió emitir más dinero, creo que lo hizo en poca magnitud.

¿Cómo se reacciona?
Se reaccionó pobremente. Después de crecer 7,1% del 93 al 97, los siguientes cuatro años se creció 1% en promedio. El crecimiento realmente empieza en el 2002, y desde entonces, hemos crecido en promedio 5%. Es el cambio de régimen el que, principalmente, le da el impulso al crecimiento del Perú. Es un periodo en el que se hacen reformas muy importantes y se hacen un poco mirando al abismo; es decir, se hacen reformas, porque no se puede hacer otra cosa. Hay terrorismo, hay cólera, se captura a Abimael Guzmán a finales del 92, las empresas se consolidan y viene mucho capital extranjero a la banca, la industria y la minería. Al final de todo este proceso, empieza el ruido político, que termina con la renuncia de Fujimori y el régimen de transición.

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