La capacidad aprendida con el desarrollo de la anchoveta permitió explorar otros campos del negocio pesquero, como el consumo humano directo, el cual abarca hoy casi el 20% del sector, afirma Ricardo Bernales.
¿Cómo ha evolucionado el sector pesquero?
Analizando desde 1970 hasta el 2012 vimos un exceso en la época del Gobierno militar, donde la falta de control colapsó al sector; y a partir de 1985, el empresariado privado, con la ayuda del Estado solo como regulador, fue poco a poco mejorando la situación, logrando en los últimos 15 años estabilizar la extracción y la producción.
En los años 90, dentro de ese camino de recuperación y ese afán de crecimiento que tuvo la empresa privada, el sector se encontró con algunos problemas ante las crisis externas, por lo que se tuvo que hacer una mutación en la gestión de las empresas.
Así, se empezó a cambiar de familias de pescadores ancestrales a empresarios que conducían negocios totalmente corporativos, y que utilizaban como técnicos a los pescadores. Esto permitió que las empresas crezcan, que el sector financiero empiece a creer en ellas, y el mundo globalizado también las empujó a su desarrollo.
Luego la se consolidó alrededor de una sola especie: la anchoveta, en harina y aceite de pescado, con la cual empezamos a competir con el mundo.
Hemos avanzado mucho, y hoy Perú es miembro titular en todas las mesas pesqueras del mundo, y tiene los recursos y la capacidad de conexiones internacionales para dar un segundo paso.
Tras el negocio de la anchoveta, ya teníamos los recursos, la energía y la capacidad como para explorar otros campos del negocio, por lo que empezamos a desarrollar el consumo humano direct (CHD).
¿Qué retos tienen?
Creemos que el CHD es un tema muy importante por desarrollar, pues somos más pobladores en el mundo, y cada vez existen menos productos alimenticios para alimentar a la comunidad internacional, por lo que tenemos que ser muy eficientes.
Esta situación nos ha hecho trabajar en otras especies, que implicaron nuevas formas de pesca, como el jurel y la caballa, industria que en un principio era un poco más tímida, pues necesitaba atrás de ella toda una cadena logística. Y esto nos llevó a construir primero toda esa infraestructura necesaria.
Hoy, Pesquera Diamante tiene nueve fábricas, y un tercio de su producción se destina al CHD. Además, hemos iniciado una interesante alianza con los pescadores artesanales, pues las áreas estaban muy divididas. Así, ahora nosotros les compramos la materia prima y la procesamos.
Cuando se habla de que somos grandes exportadores de productos del mar, muchas veces solo pensamos en harina o aceite de pescado, pero eso está cambiando. Antes era 98% de envíos y 2% de productos para CHD. Hoy, el CHD abarca hasta el 12% de las grandes firmas, y si se le suman los medianos y pequeños productores, el CHD debe superar el 20%. Y en los siguientes cinco años, la meta es llegar al 50%.
¿Qué barreras encuentran en su desarrollo sectorial?
Nuestra visión futura es alimentando y nutriendo, para lo cual necesitamos desarrollar la tecnología para lograr la obtención de recursos bien dosificados, pues el mar no será suficiente para alimentar al mundo entero. Por ello, urge desarrollar la acuicultura y hacerla una industria para asegurar el futuro. Así, algún día lograremos tener los peces, ya no silvestres, sino que los tendremos cultivados en granjas adecuadas.
Esa es la visión que tenemos que desarrollar para que existan productos hidrobiológicos que puedan continuar la alimentación. Todo esto primero tiene que ser orientado hacia el país, para nutrirnos adecuadamente, y debe ser en exceso para poder exportar y seguir contribuyendo al PBI del país.
Asimismo, los pesqueros tenemos que pensar que trabajamos con un recurso natural, por lo que tenemos que lograr que sea sostenible en el tiempo, lo cual también tiene que venir ligado a un cuidado del medio ambiente. No es nuestra tarea, pero tenemos que hacer ver a las autoridades que esa situación nos afecta. Debemos trabajar de la mano y cuidar nuestro medio marino.