(Bloomberg).- El mundo se debatía por recuperarse de su mayor recesión después de la Segunda Guerra Mundial y España se encaminaba hacia un rescate europeo, pero Abengoa volaba alto.
El entonces rey español Juan Carlos viajó a Sevilla en setiembre del 2009 para bautizar la nueva sede central de la compañía de energía solar, diseñada por el famoso estudio del arquitecto Richard Rogers. Planes agresivos de crecimiento ayudaron a Abengoa a vender bonos por más de US$ 1,000 millones de euros (US$ 1,100 millones) en pocos meses. Al poquito tiempo, obtuvo una garantía de préstamo por US$ 1,500 millones en los Estados Unidos para construir una planta solar en Arizona.
En los años posteriores, Abengoa, fundada como una compañía eléctrica en la región de Andalucía hace más de siete décadas, se transformó en un gigante de la ingeniería. No fueron solamente instalaciones solares sino líneas de transmisión de electricidad y plantas de desalinización de agua.
Esta amplia expansión, desde Brasil hasta India, con cada proyecto recaudando financiamiento a medida que avanzaba, disimulaba hasta qué punto se endeudaba toda la empresa: demasiado, en definitiva. Aunque los líderes del mundo reunidos en París prometan un acuerdo por el cambio climático que probablemente fortalezca a los operadores solares, Abengoa está luchando por evitar lo que sería el quebranto corporativo más grande de España.
“Lo inversores permanecieron porque pensaban que Abengoa era demasiado grande para quebrar”, dijo George Kaknis, analista de inversiones en LNG Capital de Londres.
Tiempo se acaba.
Tambaleándose durante meses, la empresa comenzó a venirse abajo en noviembre cuando un plan de recaudación de capital fracasó. Abengoa solicitó la suspensión de pagos preliminar la semana pasada, poniendo a marcha el reloj de la supervivencia. Si no llega a un acuerdo con los acreedores antes de fines de marzo, tendrá que solicitar la quiebra; en España, ese proceso termina en liquidación en 90% de los casos, según la compañía calificadora Axesor.
“No veo cómo hará la empresa para evitar una disolución”, dijo Maxime Kogge, analista en Spread Research, una firma de investigación independiente en Lyon, Francia. “Necesita demasiado dinero para seguir adelante y terminar proyectos que no se terminaron. Soy muy pesimista”.
Hasta el momento, las conexiones de la empresa con los escalafones más altos de la dirigencia española no funcionaron para obtener un acuerdo.
Javier Benjumea, fundador de Abengoa, fue nombrado marqués por el rey Juan Carlos, un título aristocrático que ahora ostenta su hijo. La compañía también tiene antecedentes de contratar a ex funcionarios de gobierno, o parientes de funcionarios, en calidad de integrantes del consejo de administración. Bill Richardson, el ex gobernador de Nuevo México y miembro del gabinete de Bill Clinton en los años Noventa, integra actualmente el consejo asesor internacional de Abengoa Yield Plc, una unidad independiente derivada de Abengoa.
La sociedad matriz tiene una deuda bruta de 8,900 millones de euros; es complicado calcular los pasivos totales de sus 607 subsidiarias, 17 asociados, 28 empresas conjuntas y 244 alianzas temporarias en más de 50 países, según una presentación de documentación obligatoria en 2014 ante la Comisión de Valores estadounidense (SEC).