Cientos de investigación en psicología han documentado que las personas ven el mundo con sesgos favorables para ellos, con disonancia cognitiva o sesgos de correspondencia. Así, terminamos viendo el mundo no “como es”, sino “como somos”.
Según un artículo del Harvard Business Review, este fenómeno se repite frecuentemente en las organizaciones, puesto que están conformadas por personas que experimentan estos fenómenos de la psique. “Tal vez no sea sorprendente que muchas de ellas no posean una conocimiento con fundamentos sobre sus habilidades y deficiencias”, dijo Scott Anthony, autor de dicha publicación.
Para Anthony, un factor importante que asegura a las empresas un gran impacto positivo es combinar activos y conductas emprendedoras que sean difíciles de imitar por otros. Aquí, entonces, la cuestión principal es averiguar qué hace a su compañía tan especial entre sus competidores.
Si los ejecutivos quieren descubrir cuáles son esos activos y conductas que impulsarán el crecimiento de su organización, deberían hacerse tres preguntas que terminarán revelando cuáles de esos activos tienen el mejor potencial para generar ese estímulo:
1. ¿Por qué los consumidores escogen lo que ofrecemos, realmente?
2. ¿Cuál de nuestras capacidades son ampliamente mejores que las de nuestros competidores?
3. ¿Qué tan difícil sería para un start-up pequeño replicar lo que hemos hecho?
Las respuestas a estas interrogantes funcionarán para estimular el crecimiento de un negocio en varias situaciones: si usted es un proveedor de bienes de poca circulación pero con una base de millones de clientes leales; si brinda servicios varios, su habilidad para desarrollar talento joven puede ser su arma secreta. Para un vendedor minorista, tal vez, la clave esté en la perspicacia logística.