El liderazgo consiste en tomar riesgos y saber cuándo tomarlos. Además, implica tratar de mejorar las propias habilidades y capacidades de modo constante y, por supuesto, requiere buscar apasionadamente la excelencia.
Aquí, de acuerdo a Forbes, cinco señales que indican si ya es momento de reconsiderar un cambio en el estilo de liderazgo:
Malas decisiones
Cuando los empleados comienzan a cuestionar el liderazgo del jefe, es momento de que éste último dé un paso atrás para que así evalúe el estilo y el enfoque. De hecho, si el líder empieza constantemente a tomar malas decisiones, ahí hay un indicio de que se está fuera de contacto con las nuevas formas de hacer negocios
Complacencia
Cuando se cae en la auto-complacencia al momento de competir, el liderazgo marcha peligrosamente hacia la ineficacia. Muchos líderes a lo largo de sus carreras pierden ese factor que les permite actuar fuera de la complacencia por lo que su atención hacia los detalles disminuye. Ellos comienzan a perder la pasión por correr riesgos en lo desconocido. En otras palabras, cuando se vuelven complacientes, quizá debido a que en los últimos años han estado teniendo suficiente éxito, los líderes solo nadan con la corriente.
Egoísmo
Los líderes egoístas no contribuyen a que otros los sigan. Si los superiores consideran, en todo momento, que los buenos resultados solo responden a sus acciones y no reconocen el aporte de sus subordinados, lograrán fomentar, en su equipo, una falta de apetito para proporcionar ideas valiosas en adelante.
Poca simpatía
Muchos líderes no saben cómo manejar su propio liderazgo. Ellos se quedan atrapados en su poder y en la influencia que les otorga su posición. Se vuelven arrogantes en lugar de sentirse agradecidos por la oportunidad y no logran aprovechar su autoridad para el bien común. Por el contrario, los grandes líderes son accesibles y los demás valoran su sinceridad.
Miedo al cambio
Cuando los líderes le temen al cambio, no saben cómo reinvertarse a sí mismos, deben tener por seguro que encontrarán un éxito efímero. Si los líderes no pueden reinventarse, entonces será difícil que puedan ayudar en la reinvención de sus organizaciones, empleados y estrategia corporativa.