Te proponemos un ejercicio tan sencillo como revelador. Echa un vistazo a tu trayectoria profesional. ¿Qué es lo primero que te viene a la memoria? ¿La decoración de la oficina o aquel bar o restaurante en el que tomabas café, comías o disfrutabas de unas cañas con tus compañeros al salir del trabajo?
La respuesta a la segunda opción es más que evidente. Todavía, y en muchos casos, los profesionales huyen a entornos más distendidos para tratar asuntos laborales e incluso hacer alguna confidencia que nunca harían a su jefe o compañero en la oficina.
Que se acuda a estos espacios tiene que ver con el clima laboral: el ambiente que se respira en el trabajo contribuye en gran medida a que la comunicación fluya de forma sana y… si huyes, en tu trabajo hay algo que no funciona.
El ‘buen rollo’ funciona.
“Un buen clima organizativo no es aquel en que el mundo es color de rosa y todo es paz y amor, eso simplemente no existe. El buen clima aparece cuando a las personas se las trata como tales y como adultos.
El responsable de cada equipo debe conocer a cada persona y generar el espacio de confianza necesario con todos ellos, y siempre partiendo de la premisa de que todos somos distintos”, explica Javier Martín de la Fuente, CEO de la consultora de recursos humanos Persona, para quien “la comunicación constante, el hablar y escuchar, sobre todo esto último, es lo que genera ese clima organizativo que es productivo”. Y no se trata de hablar por hablar: el clima determina el 30% de alcanzar la productividad necesaria, según este experto.
Algo que conviene aclarar es que, como afirma José Manuel Chapado, socio de Éthica Consultores, “no es necesario que los compañeros de trabajo se conviertan en un grupo de amigos, pero sí es bueno que disfruten de un ambiente de cercanía y apertura en el que fluya un espíritu de colaboración en lo profesional, y una relación de confianza que permita compartir con naturalidad y transparencia aspectos más privados y personales”.
Todos para todo.
La confianza, el respeto y el no miedo son los pilares que sostienen un buen ambiente laboral. Como dice Anabel Obeso, directora de AdQualis, “un entorno de confianza y confidencialidad viene dado por la cultura de una organización que permita hablar sin represalias.
Si las empresas logran crear un espacio adecuado, los profesionales no saldrán fuera. Y en eso, aunque el diseño del espacio juega un papel importante, no es decisivo para crear un ambiente en el que se respire la cordialidad.
Generar un entorno de confianza no depende de una sala, sino de la cultura”. David Comí, director y formador de Incrementis, asegura que “los profesionales salen fuera en busca de ese cariño y consideración que, quizá, no encuentran en la oficina. En otras palabras, persiguen esa falta de empatía, de interés de otros por ayudar, colaborar en sus tareas o del mismo departamento, tanto de sus compañeros, jefes y otras áreas”.
Obeso coincide con el resto de los consultados en que deben ser los máximos responsables de la organización los que promuevan esa confianza, pero “el empleado también es clave en la generación de un buen ambiente. La empresa facilita las herramientas, pero debe ser el profesional el que, desde la responsabilidad, haga un buen uso de ellas”.
Sin responsabilidad no hay confianza, y viceversa. Así, Vivian Acosta, socia de Talengo, advierte que “a todos nos interesa trabajar en un ambiente de confianza, colaboración y transparencia, nadie diría lo contrario. Sin embargo, muchas veces queremos algo que no somos capaces de aportar y culpamos a los demás, sin hacer una primera autocrítica”. Chapado añade que “quienes piensen que es responsabilidad de los jefes, debería cuestionarse su actitud victimista. El buen clima laboral es responsabilidad de todos”.
En boca cerrada…
Aunque un ambiente cordial resulte muy tentador, conviene actuar con cautela: hay asuntos que no se deben tratar fuera de la oficina. Comí menciona aquellos temas profesionales focalizados en resolver problemas o aplicar mejoras, “todo lo relacionado con el trabajo debe tratarse dentro de las ocho horas laborables y el resto en momento de descanso o comidas”.
Y, en busca de una regla insalvable, Chapado menciona “asuntos tales como decisiones presupuestarias, evaluaciones de desempeño, la redacción de cláusulas contractuales de una alianza que tienen su lugar y su espacio”.
Martín de la Fuente concluye que, “en general, no deberíamos tratar asuntos profesionales fuera de la oficina si no es con el ánimo de buscar soluciones a lo que me pasa o creo que me pasa, todo lo demás es ponerte en una posición de victimismo y en muchos casos de cizaña”.
Los ruidos que envenenan la comunicación.
El ruido distorsiona la comunicación y, según Anabel Obeso, directora de AdQualis, “a veces puede ser el mejor camino para solucionar un problema de clima laboral”.
Entre estos rumores que anticipan que el buen ambiente de trabajo está en peligro, David Comí, director y formador de Incrementis, identifica “cuando hay que perseguir a la gente para pedir o solicitar algún tipo de información necesaria, o cuando se envía un e-mail a una persona y se copia a varias como medida de presión”.
Y si estas situaciones se convierten en algo habitual, Vivian Acosta, socia de Talengo, cree que “es importante trabajar sobre ello. No hay nada peor que identificar una situación que genera malestar y no hacer nada, ya que trasladas a la organización que eso, simplemente, no te importa”. Según José Manuel Chapado, socio de Éthica Consultores, “el mal ambiente se combate con dosis del bueno.
Cuando un colaborador no comparte sus inquietudes -opiniones divergentes pero leales y necesarias- con su superior, éste no debe culpar al otro, sino cuestionarse qué es lo que él hizo mal para no generar el espacio de confianza adecuado”.
Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)