Por qué un ascenso puede arruinar una amistad en el trabajo

Hasta hace poco eran amigos, contertulios en la máquina de café, compañeros en más de una fiesta de la empresa o incluso en algunas noches de copas… Ahora uno de ellos es el jefe. ¿Debería cambiar la relación laboral?

Pocos pueden elegir a sus compañeros de trabajo y menos a su jefe… Las relaciones personales en la oficina pueden ser muy complicadas, y más aún si el recién ascendido es el que antes era un colega.

Hasta hace poco eran amigos, contertulios en la máquina de café, compañeros en más de una fiesta de la empresa o incluso en algunas noches de copas… Ahora uno de ellos es el jefe, y los que antes eran colegas de trabajo -y puede que hasta amigos- son subordinados.

Los amigos en el trabajo impulsan tu productividad y son el sustento de tu felicidad laboral. Numerosos estudios concluyen que tener un buen amigo en el puesto habitual incrementa la satisfacción profesional en un 50%. Un “mejor amigo” en el trabajo te lleva a estar comprometido y enganchado en tu puesto. Pero, ¿y el jefe? La cuestión es si puedes llegar a ser amigo de quien te manda, sobre todo si éste ha sido colega.

Manejar esta situación resulta complicado tanto para el que manda como para los que deben obedecer. La cuestión es que todo esto puede frustrar la alegría del ascenso, la ilusión del puesto, la emoción de las responsabilidades y el desarrollo de carrera del nuevo… Pero también modifica la relación personal y profesional del resto.

La llegada de un mando siempre es una oportunidad -y una incógnita- para mostrar nuestras habilidades y que éste aprecie tu trabajo. Esto es en el caso de que el nuevo jefe sea alguien a quien no conoces o con quien nunca has trabajado. Y la cosa se complica más aún si se da la funesta circunstancia de que es aquel compañero al que no soportas -o que no se lleva bien contigo-, con el que has tenido algunos roces, que sabe exactamente lo que piensas sobre él… Las soluciones para afrontar esa nueva relación que se ha vuelto tóxica son muy diferentes.

La forma de reaccionar dependerá de cada situación y de los motivos. Pueden ser personales -a tu nuevo jefe y antes compañero no le gusta cómo vistes, tu apariencia física, tu carácter, tu sentido del humor- o profesionales, que se refieren a que no cumples sus expectativas, o incluso que puede verte como una amenaza… Cada uno de estos motivos necesita estrategias diferentes, y dependen de cada persona.

Curiosamente, suele ser más fácil convertir a tu superior en amigo que mantener una amistad de alguien que se convierte en jefe.

Principios para tomar posiciones.
Ten en cuenta que aquel compañero que hoy es tu mando puede decidir que tengas una conversación que sirva para resetear la relación que antaño era sólo de camaradería. La cuestión no es dejar de ser amigos, sino que todos sean conscientes de la nueva posición. No viene mal un poco de “distanciamiento social” con los que eran colegas, de manera que tendrás que aceptar esta nueva perspectiva y también el hecho de que es necesario que haya claridad respecto al hecho de que tu nuevo jefe tendrá exigencias que quizá te choquen, que pueda lamarte a capítulo para solucionar un problema… O que incluso pueda despedirte.

Conviene que entiendas que ese nuevo mando que antes era amigo, quizá adopte un modo de aprendizaje en el que prima conocer a la gente de su equipo desde una nueva perspectiva y que, desde ella, analice las capacidades profesionales y las motivaciones de los miembros del grupo.

Una opción conciliadora es que tengas una conversación clara y sincera con quien es tu nuevo jefe. Pregúntale qué espera de ti, porque eso puede sorprenderle de forma positiva, y tal vez provoque un cambio positivo en esa nueva relación profesional.

Soluciones a una nueva (mala) relación.
La primera posibilidad en el caso de que la relación con tu nuevo jefe (que antes estaba en igualdad de nivel) sea mala es muy evidente: márchate de la empresa y evita el enfrentamiento. Si crees que tienes todas las de perder y no te vas, ten en cuenta que tu talento queda desaprovechado.

Otra solución -complicada- es escapar dentro de la propia empresa. Hacen falta contactos eficaces o un padrino que te facilite un retiro en otro departamento. Una opción que en el caso de organizaciones muy transversales tampoco te puede servir de mucho.

Y puedes hacerte el “muerto profesional”, que viene a ser quedarte inmóvil, esperar y ver. Tal vez en esa tesitura el que ahora es jefe no te afecte tanto como cuando era compañero. Es resignarse y asumir la situación como si no pasara nada, sobreviviendo mientras encuentras otro trabajo o consigues cambiar de departamento. El rechazo o la mala relación con tu jefe se puede abordar fingiendo y comportándote lo mejor que puedas, pero desde la falsedad.

Consejos por si decides ser amigo de tu jefe.
Si la llegada de un nuevo jefe que antes era colega o incluso amigo te lleva a confundir la posible amistad con ese mando con ser dócil e inofensivo, eso puede llevarte a estar en su grupo de confianza, pero sólo por adoptar el rol de satisfacer a tu superior. Agradar a quien manda es una tarea muy complicada para la que no todo el mundo vale, incluso aunque aquel haya sido compañero.

Ser el favorito del jefe también implica contrapartidas: la amistad puede llevarte a una socialización en el trabajo obligatoria, a la que accedes básicamente por no perder oportunidades de promoción.

Y convertirte en un pelota es, a largo plazo, un error que puede costarte caro, porque sufrirás una transformación que te llevará a ser cada vez menos profesional.

¿Y si pudieras elegir al jefe y a los colegas?
No podrás escoger a tu jefe ni a tus compañeros de trabajo. Es un pequeño drama, si tienes en cuenta que pasarás con ellos más horas que con tu familia o con tus amigos. De sus decisiones, cambios de humor y personalidad dependerán muchas cosas en tu vida. Aunque no todo está perdido. Aunque parezca imposible, hay profesionales que tienden a escoger a quien les manda. Son los primeros en romper esa máxima que dice que la gente no se va de las empresas, sino de sus jefes.

En compañías como Amazon, un grupo de empleados tiene el encargo de elevar los estándares de reclutamiento y dar el visto bueno a las nuevas contrataciones. Son ‘selectores’ cualificados, o evaluadores -adscritos a un programa voluntario que no implica retribución- que ocupan puestos a tiempo completo en la empresa en diversos departamentos y juegan un papel crucial cuando se trata de incorporar a nuevos empleados.

Entrevistan a los candidatos en otras divisiones de la compañía, y pueden incluso vetar a cualquier trabajador potencial, aunque su especialidad sea en un área que no tiene nada que ver con la del futuro empleado. El objetivo de algo tan inverosímil es ser objetivos y científicos en las contrataciones, optimizando las probabilidades de mantener empleados a largo plazo.

Otras compañías como Microsoft consultan a altos ejecutivos en los últimos pasos de selección de algunos candidatos; y Facebook plantea a algunos candidatos preguntas de programación difíciles o pide soluciones para desafíos de negocios.

Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

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