No es extraño toparse con alguien que simplemente no le cae bien en el trabajo. No se trata de alguien con quien sea difícil trabajar porque es muy lento, no sabe cómo dirigir una reunión o porque tenga una pésima forma de comunicarse.
Piense, por ejemplo, en alguien que sí le agrada pero que tenga estos mismos problemas. ¿No le daría ganas de ayudarle a cumplir sus deberes? Lo más probable es que sí. Peter Bregman, consultor estratégico para varios CEO y equipos de trabajo, se topó con este problema y publicó su método para resolverlo en el Harvard Business Review.
“El típico consejo que uno escucha cuando debe trabajar con alguien que no le cae bien es ‘despersonalizar’ la relación. Simplemente transe cualquier negocio que necesite y siga adelante. En otras palabras: aguántese”, comentó Bregman.
Como un espejo
Según estudios, si usted le agrada a un gran número de personas, su vida será más fácil y más productiva. Esto implica que cuando a usted le desagrada alguien, esa persona representa un riesgo para ese panorama prometedor: es muy probable que esa persona sienta el mismo desagrado hacia usted.
En estas situaciones, es poco común que uno se detenga a pensar la razón por la que le desagrada su colega. Piénselo por un momento. “Tal vez crea que es un codicioso, egoísta o despectivo. O que simplemente es malo. Esa persona tiene algún defecto o carácter contrario al suyo que le molesta”, explicó Bregman.
Un método para superar esto es pensar, considerando todas las partes oscuras de su propia psique, si es que puede detectar algún rastro de esas características en usted.
“¿Puede ser codicioso, egoísta, despectivo o simplemente malo? Realmente son partes que le desagradan de usted mismo y desearía poder alejarse de esa parte de su personalidad… Tal y como quisiera alejarse de esa persona que tanto le molesta”, argumentó el autor.
Aquí es cuando trabajar con esta persona se convierte en un proceso interesante. El comenzar a conocer mejor a aquél colega y aceptar lo que no le gusta de él también implica conocerse mejor y aceptar aquellas partes que le desagradan de su propia personalidad.
“Tener compasión por uno mismo es la clave para ser compasivo con otros. Antes de que lo note, las personas con las que jamás pensó congeniar comenzarán a caerle bien. Tal vez hasta sienta ganas de ayudarles a dirigir una reunión para realizar un trabajo más productivo”, anotó Bregman.