A la hora del almuerzo en el día de la final de la Champions League 2012, el DT del Chelsea Roberto Di Matteo había escogido a 10 de sus 11 jugadores titulares y aún no sabía a quién poner en el flanco izquierdo del medio campo. El elegido tendría que luchar contra las arremetidas de Arjen Robben y Philipp Lahm del Bayern Munich.
Justo antes de la última charla con todo el equipo, Di Matteo tuvo una conversación privada con su experimentado lateral izquierdo Ashley Cole. El DT le explicó la situación a Cole y luego le preguntó a quién él pondría en la banda izquierda. En lugar de nombrar a una estrella con experiencia, Cole dijo: “Ryan Bertrand”. Bertrand, usual reservista de 22 años de edad, nunca había jugado en la Liga de Campeones, y mucho menos en el partido más importante en la historia del club.
“¿Por qué?”, preguntó un sorprendido Di Matteo. “Confío en él”, respondió Cole. Bertrand jugó bien ese día y Chelsea venció al Bayern en la tanda de penales, gracias en parte, a un acertado manejo de talentos. Di Matteo había dejado de lado su ego, y permitió que la confianza entre dos jugadores impulsara su decisión final.
La gestión o manejo de talentos ha sido una obsesión en el mundo de los negocios por lo menos desde 1997, cuando la consultora McKinsey identificó una “guerra por el talento”. El campo de batalla más evidente de esta “guerra” son los deportes de equipo. Fútbol, en particular, es “el modelo por excelencia para los negocios que dependen de los talentos hoy en día”, escribe Chris Brady, profesor de Salford Business School.
[Roberto Di Matteo dejó de lado su ego y fue recompensado con una histórica victoria en Europa.]
Los grandes clubes de fútbol pagan más de la mitad de sus ingresos a entre el 3% y 7% de su fuerza laboral: los jugadores. Estos jóvenes son ricos, internacionales, mediáticos y a menudo tienen grandes egos que son difíciles de manejar. Los entrenadores de fútbol son, sobre todo, gerentes de talentos.
Uno de los autores de este artículo, Mike Forde, ha visto de cerca la “guerra por el talento” en el fútbol. Del 2007 al 2013, Forde fue director de operaciones del Chelsea, ocupándose de todas las áreas de rendimiento y operaciones del equipo. Ahora es consultor para equipos deportivos como los Spurs de San Antonio, los campeones de la NBA. Forde ha identificado algunas lecciones deportivas para la gestión del talento.
[Drogba anotó el gol del triunfo en el 2012 y así se cobró una revancha personal.]
Financial Times anota a continuación las cualidades que un gerente debe tener para manejar con éxito diversas personalidades en una misma organización.
1. Por lo general, un gran talento viene con un gran ego. Acéptelo.
Carlos Queiroz, exentrenador del Real Madrid, dijo una vez: “Los mejores jugadores tienen un profundo conocimiento de eso que los hace especiales, de su talento único, que va más allá de la arrogancia -que simplemente está ahí”. Los grandes talentos saben que sus empleadores los necesitan. Esto les da libertad para romper las reglas de comportamiento.
Según la sabiduría convencional, los egos dañan una organización. Pero los buenos jugadores tienen éxito en parte gracias a sus egos: Ellos se sienten motivados a ser estrellas. En esa misma final de la Liga de Campeones 2012, el delantero Didier Drogba le dio el triunfo al Chelsea tras convertir el quinto y decisivo penal de la serie. Cuatro años antes, en la final de la Liga de Campeones en Moscú, Drogba también había sido designado para patear el quinto penal, pero no pudo hacerlo porque fue expulsado justo antes de la ronda de penales.
En el 2012, Forde le preguntó a Drogba en el vestuario luego del partido si en verdad quería patear ese quinto penal. Drogba respondió: “Lo único que quería era patear ese penal, después de todo lo que pasó en Moscú”. El marfileño quería su revancha personal. Contrariamente al cliché, hay un “yo” en el “equipo”.
Si usted solo quiere dirigir a soldados obedientes, se le hará la vida más fácil, pero tendrá que renunciar a talentos difíciles como Drogba. Es por eso que el DT del Arsenal, Arsène Wenger, suele decir: “Si quieres una semana fácil [en el entrenamiento con los jugadores], luego espera un fin de semana difícil [en el juego]. Si quieres un fin de semana fácil, entonces prepárate para una semana dura”.
El exentrenador del Chelsea, Guus Hiddink, cree que dirigir a personas difíciles es la mejor prueba de un gerente. “Ningún jugador es más grande que un club”, reza el cliché deportivo, pero un club debería ser lo suficientemente grande como para dar cabida a cualquier buen jugador. Cuando Hiddink dirigió al PSV Eindhoven hace 25 años, su estrella era Romario.
[Guus Hiddink ganó seis títulos de liga con el PSV]
El delantero brasileño a menudo se quedaba demasiado tiempo en Río por el carnaval, holgazaneaba en los entrenamientos y se saltaba las comidas con el equipo. Hiddink le pasó por alto muchas de sus indisciplinas e incluso tuvo que defenderlo de las quejas de otros jugadores que sí entrenaban duro. Pero Romario era consciente de la otra cara de la moneda: en los partidos, él tenía que jugar bien. Romario causaba problemas, pero un buen equipo de fútbol no tiene que ser un lugar armonioso.
Quizás el mayor logro de Alex Ferguson en sus 27 años dirigiendo al Manchester United fue mantener en equipo por seis temporadas al revoltoso de Eric Cantona. El francés llegó al United a los 26 años, después de haber dejado a la mayoría de sus siete clubes anteriores de mala manera. Ferguson entendió que la clave para manejar la personalidad de Cantona era estar siempre de su lado, sin importar cuán equivocado estaba, incluso cuando le dio una patada a un espectador. Cantona retribuyó su protección.
2. Busque grandes egos que ‘se han superado’.
Eso es lo que recomienda el entrenador de San Antonio Spurs, Gregg Popovich. Algunos jugadores tienen un bajo rendimiento al inicio de sus carreras porque son inmaduros. Les falta disciplina, compromiso o capacidad de escuchar. Sin embargo, la mayoría de los atletas maduran, y a menudo, el motivo es llegar a cierta edad, formar una familia o experimentar fracaso. Ese es el punto cuando, según Popovich, “se superan a sí mismos”. Es ahí cuando aceptan sus límites y es más sencillo dirigirlos pues están dispuestos a escuchar un mensaje como: “Puede haber una mejor manera de cuidar tu cuerpo”.
3. De un trato especial y elogie a los que se sacrifican por la organización.
Boudewijn Zenden, un jugador holandés que defendió las sedas del Barcelona y Chelsea durante su carrera, contó una vez: “El fútbol es el deporte de equipo más individual. Al menos uno puede sentirlo de esa manera. Al fin y al cabo, es cada uno por su cuenta”.
Esto significa que la persona talentosa anhela la gloria para sí misma y no solo para la organización. Cada jugador espera brillar en su rol preferido. Zenden recuerda que en la Eurocopa 2000, él y Marc Overmars querían jugar en el flanco izquierdo del equipo holandés. Overmars prácticamente se negó a jugar por la banda derecha.
[Frank Rijkaard, el DT holandés que premió a Boudewijn Zenden por sacrificarse por el bien del equipo.]
En el primer partido contra Dinamarca, el entrenador de Holanda Frank Rijkaard dejó que Overmars empiece en la banda izquierda. Zenden aceptó de mala gana jugar a la derecha, por el bien del equipo. En la primera mitad, Zenden recuerda: “Jugué los peores 45 minutos de mi vida”. Con un suplente listo para entrar a la cancha, Zenden estaba seguro de que lo iban reemplazar. En cambio, para su deleite, Rijkaard sacó a Overmars y puso a Zenden en la banda izquierda. Zenden recuerda: “Tuve una asistencia, anoté un gol y ganamos 3-0. El resto de la Euro jugué a la izquierda”. Al recompensar el sacrificio de Zenden, Rijkaard estaba alentando a otros a hacer un sacrificio también.
4. El DT no debe aspirar a dominar el talento.
El talento gana partidos. Los mejores talentos ahora se sientan junto a los dueños del negocio, y a veces toman el control de ellos. Los gerentes exitosos aceptan esto y no intentan enfatizar su liderazgo al dominar el talento.
Pep Guardiola en el Bayern Munich, por ejemplo, evita entrometerse en el vestuario, al que considera territorio de los jugadores. Él “solo entra en el vestuario durante el descanso de medio tiempo”, escribe Martí Perarnau en su libro Pep Confidential, un relato íntimo de la primera temporada de Guardiola en el club.
Por tradición, los entrenadores de fútbol son comparados con generales, pero hoy en día son más directores de cine – persuadiendo en vez de dando órdenes. Incluso Ferguson, quien buscó ejercer su control, tuvo que ceder cuando no podía tenerlo. En el 2010, su mejor jugador, Wayne Rooney, amenazó públicamente abandonar el United por un mejor sueldo en el Manchester City. Ferguson estaba molesto pero necesitaba a Rooney, por lo que elevó su salario y lo retuvo en la plantilla. El trabajo del DT es ganar partidos, no enfrentamientos de ego. El concepto clave es el liderazgo de servicio.
[Cuando dirigía al Chelsea en el 2010, Ancelotti se aseguró que sus jugadores entiendan bien la estrategia antes de la final de la Copa FA.]
5. Pida consejos a los talentosos, pero solo eso.
Eso es lo que Di Matteo hizo con Cole en el 2012. Del mismo modo, en el 2010, el entonces DT del Chelsea, Carlo Ancelotti, escogió a su equipo para la final de la Copa FA contra el Portsmouth, pero luego dejó que los jugadores tracen la estrategia del partido.
Tal como lo esperaba, ellos optaron por más o menos la estrategia que Ancelotti había utilizado durante toda la temporada. Pero, aún así, ¿por qué darles la responsabilidad a los jugadores ante un juego tan crucial? Ancelotti explicó: “Yo estaba seguro de que los jugadores seguirían la estrategia, porque ellos la habían hecho. A veces uno hace la estrategia pero no es seguro si los jugadores la entendieron en verdad. A veces bromeo con ellos diciéndoles, ‘¿Entendieron la estrategia?’ ‘¡Sí, sí!’ ‘Repiten, por favor!’” Chelsea venció 1-0 al Portsmouth en ese partido y así logró el primer doblete de títulos (Liga y Copa) en la historia del club.
Ancelotti había dado poder al talento. David Brailsford, director general de Team Sky, dice: “Todos nos desempeñamos mejor si tenemos un grado de posesión de lo que hacemos. En general, no nos gusta que nos digan qué hacer”.
Sin embargo, la decisión final sobre la estrategia debería ser tomada por el DT o gerente (en los negocios). Después de todo, él debe ser la persona que ha pensado más en ello. Antes de que el Bayern reciba al Real Madrid en las semifinales de la Liga de Campeones 2014, los jugadores bávaros persuadieron a Guardiola que ponga una formación 4-2-4. Bayern perdió 0-4. “Pasé toda la temporada rehusando utilizar un 4-2-4”, Guardiola lamentó. “Y decidí hacerlo esta noche, la noche más importante del año. Una completa ca***a”.
[Wegner y Mourinho pueden ser enemigos pero tienen algo muy importante en común.]
6. Un buen DT mejora el talento.
A menudo, en una organización, el gerente emplea la mayor parte de su energía dirigiendo a personas incompetentes, porque ellos causan más problemas. El gerente puede pasarse la noche entera rehaciendo un mal informe; mientras tanto, los talentosos obtienen menos atención y feedback a pesar de su buen desempeño.
Eso es una oportunidad perdida, porque la gente con talento por lo general tienen un don para el aprendizaje y el deseo de mejorar. Ese deseo conduce a menudo sus decisiones profesionales. La persona talentosa probablemente se unió a su organización porque él o ella piensan que pueden mejorar allí. Si el gerente demuestra que le importa la carrera de ese empleado ayudándolo a mejorar, se ganará su confianza poco a poco. (En el fútbol, la confianza no se brinda desde el primer momento, es algo que se gana con el tiempo.)
Los buenos DT crean una cultura de aprendizaje en la que los jugadores pueden mejorar. Wenger, por ejemplo, a menudo saca a relucir cualidades en los jugadores que ellos antes desconocían. Él hizo que Thierry Henry pase de ser un mediocampista inconsistente a un brillante delantero, o que Lilian Thuram deje el mediocampo para volverse un gran defensor central e hizo todo lo contrario con Emmanuel Petit.
El DT del Chelsea, José Mourinho, podrá ser el enemigo número 1 de Wenger, pero comparte su deseo de desarrollar el talento. Un día después de una sesión de entrenamiento poco después de que Mourinho llegara al Chelsea por primera vez en el 2004, Frank Lampard salió desnudo de la ducha. De repente, Mourinho apareció y lo miró a los ojos de manera significativa.
“¿Todo bien, profe?”, le preguntó Lampard.
“Tú eres el mejor jugador del mundo”, respondió Mourinho. El futbolista desnudo no supo qué decir. “Tu”, continuó Mourinho, “eres el mejor jugador del mundo. Pero ahora necesitas demostrarlo y ganar trofeos. ¿Me entiendes?”
De esa manera, Mourinho le estaba diciendo a Lampard que desde ese momento empezarían un programa de mejora individual – en la jerga empresarial, un proyecto para ir de bueno a excelente. Hoy Mourinho parece estar involucrado en un proyecto similar con Eden Hazard, que fue recientemente nombrado el mejor jugador de la Premier League por sus colegas futbolistas.