Tomado de Expansión.com
Red Iberoamericana de Periódicos Económicos
Nacho de Pinedo ocupaba el puesto de director de márketing de cliente en un canal de televisión de una plantilla superior a mil empleados. Tenía a su cargo un equipo de cincuenta personas, un presupuesto de treinta millones de euros, secretaria, coche de empresa y acceso a seguros sociales. Sin embargo, se dio cuenta de que “la mejor manera de que una empresa no te despida superados los cincuenta años es que la compañía sea tuya”.
En 2010 puso en marcha el Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI). “Me convertí en el primer empleado y en el único. Aquí no había secretaria lo que tenías que conseguir dependía de ti mismo, desde cerrar una cita hasta ocuparse delmobiliario. Pasas de llevarte los folios de la oficina a traerlos de tu casa”, explica De Pinedo. Confiesa que asumir el papel de jefe en un negocio que “has creado no tiene nada que ver con cuando lo haces en uno que te es ajeno. La responsabilidad y la incertidumbre es mayor y determina tu forma de trabajar, pero la satisfacción es inmensa”.
Cambio de rol
Si decides emprender, mantener la empresa en pie y gestionar un equipo de trabajo en un entorno incierto va a formar parte de tu rutina laboral. Tienes que ser capaz de llegar a un equilibrio entre tu papel de emprendedor y de jefe. En este tándem los que tienen experiencia profesional previa en dirigir personas y aquellos que se enfrentan a ello por primera vez están en igualdad de condiciones. Ten en cuenta que de una u otra manera te mueves en un entorno desconocido en el que partes de una idea que puede o no convertirse en un negocio rentable.
El egoísmo de quienes quieren triunfar a toda costa puede provocar una crisis en la compañía María Gómez del Pozuelo, fundadora de Womenalia –red social de mujeres profesionales–, afirma que “si has sido jefe en el pasado y has recibido formación para ello es más fácil emprender”. Sin embargo, reconoce que el cambio es radical: “En una gran corporación los procesos ya están hechos, hay unos objetivos sujetos al cumplimiento de unos plazos. También cuentas con una estructura y una marca que te respaldan. Cuando montas un negocio pasas de un entorno lleno de procedimientos y con un presupuesto a otro incierto en el que, a veces, careces de ese dinero”.
El emprendedor es el encargado de levantar ese entorno, una marca, hacerla propia y compartirla con su equipo. Alfonso Galán, artífice de Balgal –gestores del punto de venta–, asegura que es fundamental construir un buen equipo, “sin ello no hay empresa. Tengo muy claro que la selección de los profesionales que van a trabajar contigo y compartir el esfuerzo y la sensibilidad para ofrecer un desarrollo de carrera es clave. Hay que saber delegar. Reconozco que es complicado cuando la empresa es tuya, pero es imprescindible para que la compañía funcione”.
Los egos
Uno de los aspectos en el que coinciden estos nuevos empresarios es en que resulta más fácil pasar de jefe a emprendedor que viceversa. Fernando Botella, CEO de la Think & Action –consultora de formación de recursos humanos–, dice que en el segundo caso, “hay que tener especial cuidado en la gestión del ego. El emprendedor corre el riesgo de querer tenerlo todo bajo control: el egoísmo de quienes quieren triunfar por encima de todo puede colocar a una empresa al borde de una crisis”.
Por esta razón Botella recomienda al emprendedor “pasar del liderazgo inspirador al transformador; que adopte cierta serenidad, si no puede ser engullido por el caos y la incertidumbre típico de los negocios que empiezan; y, por último, debe sumar estrategia y liderazgo”. Los emprendedores, al margen de que antes hayan ejercido o no como jefes, deben ser conscientes de que de su forma de ser depende el futuro de la organización: construir y gestionar deben ir de mano, sin perder de vista al equipo.
Nuestra empresa
Andrés Romerales, creador de MyValue –servicio online que permite la gestión de finanzas personales–, asegura que para gestionar una empresa en los inicios es básico acotar las funciones de cada profesional: “Sin embargo, conviene tener claro que hay que hacer frente a tareas que no aportan tanto al negocio pero son necesarias”.
Romerales reconoce que, “cuando se monta una empresa aprendes a valorar todas las funciones que la hacen posible. Este conocimiento intensifica el orgullo de pertenencia porque la vinculación es mayor. Sabes cómo funciona el proceso y se comprenden mejor los errores”.
De Pinedo insiste en que para potenciar ese compromiso de la plantilla y que éste no se diluya superado el entusiasmo inicial de un nuevo negocio, “hay que delegar responsabilidad y ser capaz de vivir con ello. Es un ejercicio muy duro, pero la confianza en uno mismo comienza cuando esa credibilidad se pone en manos de terceros”.
Galán dice que “una buena gestión de equipos se consigue involucrando a cada miembro en el proyecto. Se trata de que sepan en todo momento cuál es su cuota de responsabilidad”. También Del Pozuelo apuesta por esa complicidad: “El crecimiento del equipo y del proyecto tiene que ir al mismo ritmo para que la empresa funcione”.