En la actualidad, los trabajadores están en una lucha constante con diversos factores que disuelven la línea que separa tu faceta laboral de la esfera privada.
Para empezar está la disponibilidad de 24 horas que propicia la tecnología que fomenta la conectividad entre las personas y provoca, en muchos casos, una intromisión del trabajo en nuestra vida personal.
Según un estudio internacional de Randstad, un 39% de profesionales afirma que su empresa espera de ellos disponibilidad absoluta, y un 65% asegura recibir correos electrónicos o llamadas fuera de su horario laboral.
¿Toleras el control de tu empresa?
Estar dispuesto a contestar a cualquier hora –y a la velocidad del rayo– a los mensajes de texto y a las llamadas procedentes del trabajo siempre transmitirá la idea de que se puede contar contigo en cualquier momento. Al final, tú eres responsable de esa disponibilidad de 24 horas, frente a la que cabe decir “no” y ser capaz de marcar ciertos límites.
Quizá la organización en la que trabajas es de aquellas que provocan una indefinición y confusión total entre tu esfera personal y la laboral. También es posible que quedes marginado profesionalmente si no sigues las actividades y eventos extraordinarios que se imponen fuera del horario de trabajo.
El miedo a perder el puesto puede provocarte cierta resignación o sumisión, y esa sería la gran baza para que tu empresa te obligué a dedicarle tu tiempo más allá de los límites que se suponen como normales.
Los agobiados en las organizaciones
Algunas compañías animan e incluso ayudan a permanecer más de lo debido en el lugar de trabajo. Suelen ser aquellas organizaciones que valoran más la presencia que la productividad; entornos laborales en los que está bien visto quedarse siempre hasta el final, y en los que el presentismo ineficaz se recompensa y se relaciona con la eficacia de forma muy equivocada.
En este tipo de entornos laborales prosperan los profesionales que mantienen una pose de agobio aparentemente activo y útil. La cultura de estas organizaciones lleva a valorar el estar encima de la tarea sin medir la productividad.
Aquí la pose de ocupado permanente se convierte en una estrategia defensiva. Estos profesionales se ahogan en una rutina que les permite permanecer en un nivel de ocupación aparentemente alto que hace que nadie cuente con ellos.
Pasar tiempo con tu jefe puede ser perjudicial
El tiempo que inviertes (o gastas) con tu jefe es otro factor determinante en esa línea que separa las horas que dedicas al trabajo y a la vida personal.
Así, una investigación de la consultora LeadershipIQ concluye que “pasar el tiempo justo con quien te manda te hace más feliz en el trabajo”. Las horas que pasamos con nuestros jefes influyen además en nuestros niveles de inspiración, creatividad, compromiso y motivación.
La investigación de LeadershipIQ revela que más de seis horas semanales con un superior directo perjudican seriamente esos niveles de motivación y creatividad.
Ese exceso de tiempo con el jefe se transforma en algo contraproducente e irritante, y puede demostrar una falta de autonomía y seguridad. También habla de un superior que necesita, sobre todo, controlar.
Socializar demasiado, un arma de doble filo
Socializar en el entorno laboral puede ser un arma de doble filo, tanto para el trabajador como para el mando. A los beneficios de hacer equipo y fomentar el compromiso se pueden anteponer algunos riesgos que tienen que ver con que la relación personal pueda contaminar la estrictamente profesional.
El estudio Los siete principios de psicología positiva que impulsan el éxito y el desempeño en el trabajo revela que aquellos profesionales que impulsan la amistad en su compañía y organizan actividades sociales en el lugar de trabajo tienen un 40% más de posibilidades de promocionar en los dos años siguientes.
Y una reciente encuesta de Gallup indica que un buen amigo en el puesto habitual incrementa la satisfacción profesional en un 50%. Además, aquellos que tienen un “mejor amigo” en el trabajo, son siete veces más proclives a estar comprometidos y enganchados en su puesto.
Sin embargo, ciertas fórmulas de relación personal con los empleados, más allá del trabajo, no son ni eficaces ni edificantes. En ocasiones, quedar con el jefe y los compañeros fuera del horario de oficina para cualquier actividad lúdica puede resultar muy complicado para quienes tienen hijos pequeños, o para aquellos que desean distinguir la esfera profesional de la personal.
Lo ideal es fomentar con moderación las relaciones personales en el entorno profesional, respetando al que no quiere o no puede, sin obligarle ni marginarle.