Deje de complacer a todos en el trabajo

¿Víctima de las circunstancias? Si siente que su propio trabajo a veces queda relegado a los fines de semana por arreglar los errores de otros o por querer ayudarles, es mejor que empiece a sentar algunos límites.

(Foto: Forbes)
(Foto: Forbes)

Si tiene un espíritu ‘demasiado colaborador’ o le cuesta decir ‘no’ a muchos colegas cuando necesitan terminar sus trabajos, antes que caerles bien a todos, el lado negativo es que deberá ocuparse de sus propias responsabilidades los fines de semana.

Elizabeth Sanders, consultora de coaching y colaboradora del Harvard Business Review propone tres escenarios comunes en los que le será difícil decir ‘no’ y da recomendaciones para evitar llenarse de trabajo innecesariamente.

Escenario 1: Estándares irreales
Muchos jefes se sienten culpables de estar constantemente en reuniones y tienden a pensar que son malos en su trabajo por “no tener siempre la puerta abierta” cuando están en la oficina. Entonces, por querer remediar esta postura, dar la bienvenida a todos en su oficina implica que en cada pausa tendrá a muchas personas pidiéndole cosas.

Hay que cambiar ese pensamiento por otros criterios. Por ejemplo: “Parte de ser un buen jefe es demostrar la importancia de priorizar el trabajo. Puedo mantener mi puerta cerrada en ciertos momentos de la semana cuando necesito terminar tareas sin sentir culpa”.

Ahora, hay que poner reglas claras sobre lo que su equipo debe y no debe hacer. Las reglas pueden negociarse, pero no siempre tiene que explicar sus nuevos límites de atención. Simplemente puede decir, “me tengo que ir” o “lo siento, pero no puedo ayudar ahora… Envíame un correo con tu consulta”.

Escenario 2: “¡Sí, señor (a)!”
Si usted es una persona con mucha energía y orientada al servicio, se verá diciendo más de una vez esta frase: “Claro, yo puedo hacerlo”. Cuando ve que alguien necesita ayuda, aún si no la pide, se ofrecerá a colaborar. De hecho, no hay nada intrínsecamente negativo con esta actitud, pero puede serlo si es que se llena de carga laboral innecesaria.

La pregunta clave es: “¿Tengo tiempo extra para gastarlo en esta actividad?” Si la respuesta es afirmativa, entonces ayudar no será contraproducente. Si no es así, y no está preparado para dejar de lado ninguna tarea propia, no ofrezca ninguna ayuda.

Escenario 3: “Lo haré yo mismo”
Según la autora, la gente muy inteligente y trabajadora usualmente tiene problemas con perder el control cada vez que delega tareas. Esto es más común cuando uno migra de un rol más dedicado a “hacer cosas” —como un consultor— a un puesto directivo. “Solo me tomará un minuto. Puedo ocuparme de esto mejor y más rápido que los demás”, es la frase de estas personas.

No debemos descartar que, en muchos casos, esto pueda ser verdad. Sin embargo, cuando se tiene un puesto ejecutivo, ya no hay “un minuto” más que reservar pasas esos detalles. La primera pregunta que debe hacerse, así se para solucionar algo grande o pequeño, debe ser: ¿alguien más puede hacer esto por mí? Piense en la persona indicada o pida ayuda: delegue.

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