(Bloomberg).- El equilibrio de poder en el lugar de trabajo ha comenzado a cambiar sutilmente de los empleadores a los empleados, resultando en lo que Harvard Business Review denomina economía “impulsada por los candidatos”.
Esto significa que si eres un joven profesional descontento con lo que haces, estás en una excelente posición para realizar un cambio.
Sin embargo, no siempre se puede identificar un mal trabajo si es que no se ha estado inserto en la fuerza laboral durante mucho tiempo, dijo Catherine Tinsley, una catedrática especializada en administración de la Universidad de Georgetown que investiga las dinámicas en el lugar de trabajo.
Las mujeres, en especial, son conocidas por permanecer en ambientes laborales que no conducen a avances en la carrera, dijo, porque son más conservadoras en cuanto a correr riesgos con su trabajo. Algunas mujeres son tan conscientes de que pueden parecer fastidiosas en una negociación, que algunas no negocian para nada, agregó.
Tinsley se ha dado cuenta de que ciertas políticas empresariales pueden indicar que el progreso será difícil para el empleado promedio, y en particular para las empleadas. Los indicios que identifica pueden ayudar a cualquier persona, hombre o mujer, a averiguar si su rutina diaria sumará para un ascenso o si es hora de desempolvar el currículum.
Aquí presentamos los cuatro principales indicios de Tinsley:
1. Las negociaciones en el trabajo son eventos aislados
Muchas empresas tienen evaluaciones de desempeño anuales solo durante periodos fijos en los que un empleado puede buscar un ascenso (justo cuando todo el mundo está pidiendo uno), lo que perjudica sus posibilidades de poder progresar, dijo Tinsley.
Durante estas negociaciones, Tinsley recomienda tener una estrategia de salida ante la posibilidad de que tu jefe no te dé lo que estás pidiendo.
“¿Qué le haría decir que sí?”
Un ejemplo: Si pides un ascenso y te lo niegan, tu estrategia de salida podría ser pedirle a tu jefe entre dos a tres ejemplos concretos que le harían decir “sí” después de un tiempo determinado (tres meses es una buena referencia, señaló).
2. Los salarios están mal administrados
La transparencia salarial puede ser un camino difícil para las empresas por muchas razones, tales como la divulgación de la compensación adicional, dijo Tinsley. Si sabes que estás percibiendo una remuneración más baja en comparación a un colega por hacer el mismo trabajo, vale la pena preguntarle a tu superior el por qué de la diferencia antes de generar un resentimiento o perder el tiempo.
Cuando tu empresa no es transparente sobre sus políticas salariales, no solo es injusto – quiere decir que estás en trabajo sin futuro.
Según Tinsley, si descubres que un compañero es mejor compensado por el mismo trabajo, es importante contar con una medición de los resultados personales y que estos estén disponibles antes de enfrentar al jefe.
3. La dirección ejecutiva está repleta de contrataciones externas
La junta directiva de cualquier compañía es una buena prueba de fuego para saber cuán equilibrada está la empresa en cuanto a género y raza, dijo Tinsley, pero también es un indicador importante de si una empresa fomenta el ascenso social dentro de su personal.
En el caso de las empresas que cotizan en la bolsa, se pueden encontrar los antecedentes de los miembros de la directiva en los documentos presentados a los organismos reguladores. Si la dirección de una empresa se compone de contrataciones externas, el primer paso es investigar las razones subyacentes preguntando a los jefes si notan la tendencia.
4. Pocos empleados aprovechan las políticas de trabajo flexibles
Ofrecer beneficios tales como la extensión de licencia por motivos familiares y la posibilidad de trabajar en forma remota está en boga en empresas como Netflix, como una forma de retener a los mejores talentos. “Puede ser genial tener la capacidad de integrar otras partes de tu vida con el trabajo, pero ¿todos los empleados aprovechan estos beneficios?”, preguntó Tinsley.
Las mujeres normalmente prefieren trabajar desde casa, agregó, lo que las deja en desventaja si se les compara con los hombres, que son más visibles para los supervisores. Además, un ambiente de trabajo en el cual existe una sanción tácita por aprovechar los beneficios es una cultura de desigualdad, dijo Tinsley.