¿Cuántas veces te has callado lo que pensabas en una reunión de trabajo?, ¿en cuántas ocasiones un compañero te ha pedido un favor y has dicho que sí cuando tendrías que haber dicho no? Cuando quieres un aumento de sueldo o una promoción laboral, ¿lo pides o simplemente esperas a que se reconozca tu valor?
La asertividad es una de las habilidades sociales más importantes para un profesional. Varias investigaciones han demostrado que una actitud asertiva puede reportar enormes beneficios en una carrera profesional, por encima incluso de otras aptitudes como la creatividad o la toma de decisiones.
Una investigación de la Universidad George Mason demostró que, en promedio, los trabajadores asertivos ganan 600,000 dólares más que el resto de empleados durante su trayectoria laboral. Este estudio también señala que los empleados que esperan que les lleguen los aumentos o promociones laborales por méritos propios, prácticamente nunca terminan lográndolos.
Si eres un empleado trabajador y responsable, de los que nunca abre la boca para pedir algo o mostrar su desacuerdo, tu empresa y superiores te lo agradecerán, pero quizás no de la manera que tú esperas.
Si quieres defender tus derechos y opiniones, con las siguientes cuatro claves científicas podrás expresarte asertivamente y comunicar tus ideas de la manera más respetuosa y convincente posible.
1. Utiliza la palabra porqué en tus peticiones
En toda petición hay tres huecos de información: el qué (lo que queremos), el porqué (el motivo) y el para qué (el objetivo). Pero casi siempre nos limitamos exclusivamente al qué, como por ejemplo cuando decimos “necesito el informe para mañana”.
Si completas los huecos de información y añades un porqué o para qué a tus peticiones tus propuestas resultarán mucho más convincentes, tal y como se demostró en un estudio realizado por la Universidad de Harvard.
En esta investigación un alumno se dirigía a la hilera de estudiantes que esperaban para usar la fotocopiadora de la facultad y les pedía que le dejaran pasar.
En el primer experimento solo comunicó el qué: “Disculpad, tengo 5 páginas, ¿puedo usar la impresora?” Tuvo éxito en el 63% de las ocasiones.En el segundo experimento comunicó el qué y además el porqué: “Disculpen, tengo 5 páginas. ¿Puedo usar la impresora porque tengo prisa?” Así consiguió su objetivo en el 94% de las ocasiones.
Completando los huecos de información evitarás que los demás deban imaginarse tus motivos y objetivos, y es la forma más sencilla de ser más convincente.
2. Comunica tus necesidades de manera subjetiva
Usar la comunicación en primera persona te permitirá expresarte de la forma más respetuosa posible. Este tipo de lenguaje parte de tus pensamientos y emociones, utilizando tu propia perspectiva. Tiene su origen en lo que piensas, crees y sientes, y no en lo que “es” o “hay que hacer”.
Por ejemplo, “me gustaría hablar de mi plan de carrera en esta empresa” es bastante menos agresivo que “tienes que buscar un momento para hablar de mi plan de carrera”, donde expresas tus necesidades como si fueran una sentencia.
Así crearás mensajes empáticos que le demostrarán a tu interlocutor que lo que dices no es una verdad absoluta, sino la expresión de tus emociones y pensamientos. Es la forma más certera y humana de comunicar tus necesidades.
3. Añade emociones a tus mensajes
A pesar de que la expresión de las propias emociones en el entorno profesional se suele juzgar como una señal de debilidad, la ciencia nos demuestra todo lo contrario.
Siempre que haya ciertos límites, comunicar tus emociones de forma sosegada puede reportar unos beneficios enormes. Se ha demostrado científicamente que las emociones se contagian, y no solo cuando las observamos, sino cuando simplemente nos hablan de ellas. Por ello, si quieres contagiar entusiasmo comunica tu alegría, y si quieres transmitir decepción, habla de tristeza.
Comunicar tus emociones también permite a los demás conocerte mejor. Y eso, lejos de expresar vulnerabilidad, transmite cercanía y simpatía, dos atributos fundamentales para cerrar tratos y llegar a acuerdos tal y como se demostró en un estudio de la Universidad de Nueva York.
4. No hagas de abogado del diablo
Las personas poco asertivas tienen la costumbre de hacer de abogado del diablo para poder expresar sus opiniones sin que parezca que se oponen a las ideas de los demás.
Aunque creas que algo como “Me parece bien, pero haciendo de abogado del diablo…” pueda ser una buena manera de rebatir un argumento sin que nadie se sienta atacado, cuando se ha investigado a fondo sobre la eficacia de este recurso se ha demostrado todo lo contrario: hacer de abogado del diablo incrementa la fuerza del argumento al que te quieres oponer.
Cuando quieras defender tus ideas o rebatir una opinión, olvídate de rodeos. Habla desde ti, apoya todos tus mensajes con un porqué o para qué, e intenta hablar sobre las emociones que quieras contagiar. Serás más asertivo.