Aunque todas las sociedades condenan la mentira, aún es una característica común de la vida cotidiana. Las investigaciones muestran que los estadounidenses en promedio mienten casi dos veces por día, aunque existe una gran variabilidad entre las personas.
De hecho, la distribución de la mentira sigue el principio de Pareto: el 20% de las personas dice el 80% de las mentiras, y el 80% de las personas representan el 20% restante de las mentiras.
Entonces, ¿cómo lidiar con un compañero de trabajo del cual usted sospecha que miente? Depende del tipo de mentira y el tipo de mentiroso con quien esté tratando.
Los mentirosos frecuentes tienen dos características sobresalientes. Primero, son moralmente débiles, por lo que no ven a la mentira como algo poco ético. En segundo lugar, mientras que la mayoría de la gente miente cuando está bajo presión (ansiedad, miedo o preocupación), los mentirosos recurrentes lo hacen incluso cuando se sienten bien o en control de las cosas –porque disfrutan hacerlo.
Por estas razones, diversos estudios han encontrado que los mentirosos frecuentes son más propensos a admitir sus mentiras. Total, si no hay nada malo en ello, ¿por qué ocultarlo?
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Si usted está tratando con un mentiroso frecuente, él o ella probablemente tiene fuertes habilidades sociales y una buena cantidad de materia gris. Por ejemplo, las pruebas neuropsicológicas muestran que mentir requiere mayor capacidad de memoria de trabajo, que está fuertemente relacionada con el coeficiente intelectual.
Como dijo Swift, “el que dice una mentira no es consciente de la grande tarea que acaba de emprender; porque para sostener una mentira se debe inventar otras veinte”.
En consecuencia, mentir de forma eficaz también requiere una imaginación muy brillante, sobre todo cuando se trata de crear excusas y desviar la verdad. Los estudios indican que las personas creativas y los pensadores originales pueden ser más deshonestos.
Según lo que encontraron Francesca Gino y Dan Ariely en sus investigaciones, “una personalidad y mentalidad creativa promueven la habilidad de los individuos para justificar su comportamiento, lo que, a su vez, conduce a un comportamiento poco ético”.
Además, los mentirosos eficaces tienden a tener niveles más altos de inteligencia emocional, que les permite manipular señales emocionales al comunicarse, monitorear las reacciones de su audiencia, y evitar algo que se llama fuga no verbal –cuando nuestro lenguaje corporal no coincide con lo que estamos diciendo.
El punto clave con los mentirosos frecuentes no es identificar si están diciendo la verdad, sino más bien poder predecir lo que es probable que hagan.
Cuando las mentiras se basan en hechos objetivos “Me gradué de Stanford” o “Voy a terminar este proyecto para el lunes”, entonces estas mentiras son contraproducentes, porque dañan la reputación de los mentirosos cuando son descubiertas; así que si bien puede ser tentador sentir la responsabilidad de castigar al mentiroso, es preciso reconocer que simplemente exponer la mentira puede tener el mismo efecto.
Respecto a los mentirosos sistemáticos basta con tener un plan para ellos, exponer delicadamente sus engaños puede mostrarles que no es tan estúpido como ellos piensan.
Un mentiroso poco frecuente tiene una estructura psicológica diferente. Muchas de sus mentiras son producto de la inseguridad. Estas son mentiras motivadas por el miedo, y proporcionan protección psicológica temporal para el ego del mentiroso.
Estas mentiras impulsadas por la inseguridad a menudo son un intento por ganar estatus. La mejor manera de lidiar con los mentirosos inseguros es hacerlos sentir aceptados, ya que son muy autocríticos, por lo que toma tiempo y esfuerzo compensar su perfeccionismo neurótico y hacer que se sientan apreciados. Muéstreles que usted los valora por lo que son, en lugar de por lo qué les gustaría que sean.
Advertencias
En primer lugar, recuerde que mientras la mayoría de nosotros percibimos la mentira como un intento deliberado de tergiversar la verdad –como dijo Nietzsche, “la mentira más común es la que uno se cuenta a sí mismo; mentir a los demás es relativamente una excepción”, tanto los mentirosos patológicos como los inseguros son capaces de auto engañarse.
Una gran parte de la investigación psicológica sugiere que la gente por lo general actúa “lo suficientemente deshonesta para obtener beneficios, pero lo suficientemente honesta para engañarse a sí mismos de su integridad”.
Por otra parte, es bastante plausible que la base evolutiva del autoengaño sea mejorar nuestra capacidad de engañar a otros, ya que es mucho más difícil de persuadir a los demás sobre algo cuando no hemos sido capaces de convencernos a nosotros mismos.
Parafraseando a George Orwell, “si quieres guardar un secreto también debes esconderlo de ti mismo”. Y cuando alguien es capaz de distorsionar la realidad a su favor, no están mintiendo técnicamente, simplemente son incapaces de –o no quieren– ver la verdad.
La decisión clave, en este tipo de situaciones, es si debemos ayudar al individuo a ver las cosas de una manera diferente. La verdad puede ser agobiante desde un punto de vista psicológico, cuando se inflige una herida en el ego de la persona.
Como lo señaló Diderot: “Nos tragamos ávidamente cualquier mentira que nos adula, pero solo bebemos poco a poco la verdad que nos parece amarga”. Antes de acusar a un colega de mentiroso, pregúntese si en realidad él o ella están engañando deliberadamente a otros –o simplemente tiene una creencia errónea.
La segunda gran advertencia: no todas las mentiras son inmorales. De hecho, las mentiras pueden ser pro-sociales: “Tu nuevo enamorado parece agradable”, o “Eso te queda muy bien”. Las mentiras pueden ser incluso éticas, por ejemplo, cuando los nazis tocaban a la puerta preguntando por los judíos escondidos en el ático.
Ese es el porqué los adultos enseñan a los niños a apreciar las mentiras blancas y a desarrollar un grado saludable de deshonestidad, y por qué muchas personas son “demasiado honestas” después de haber bebido un par de copas.
De hecho, un funcionamiento interpersonal exitoso requiere a menudo la capacidad de enmascarar sus sentimientos interiores. La honestidad total puede tomar la forma de un egoísmo amoral. El autocontrol es un músculo moral que no puede inhibir no solo la falta de honradez, sino también la honestidad, cuando el objetivo es comportarse de manera socialmente deseable o altruista.
Es fácil enojarse cuando alguien nos miente, pero hay muchos tonos de falsedad, y muchas motivaciones para mentir. También hay muchas maneras de reaccionar a una mentira.
Sí, usted puede sentirse insultado al ser blanco de un engaño, pero reaccionar emocional o conflictivamente puede ser contraproducente. Un mejor enfoque es demostrar cortésmente al mentiroso que no ha logrado engañarlo. O simplemente fingir que ha caído en la trampa, lo que significa, en la práctica, engañar de vuelta.