Cinco claves para convertir sus quejas en un éxito profesional

Conozca además cuáles son las diferencias entre los ‘quejones crónicos’ y los ‘yo crítico’. Si una queja está bien comunicada, persigue un objetivo concreto, puede significar un estímulo profesional para el trabajador.

(Foto: Getty)
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Quejarse está, en general, mal visto. Sin embargo, en el trabajo puede convertirse en un éxito profesional. La importancia del ‘cómo’ es básica si no queremos ser vistos como un ‘quejica crónico’.

“Si su queja se debe a que intenta mejorar su productividad o la de su empresa, es probable que, si sabe plantearla, sea bien recibida”, afirma Eva Rimbau, profesora de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

“El trabajador debe ser asertivo si quiere que sus quejas se tengan en cuenta”, añade Gina Aran, profesora del máster de Dirección y gestión de recursos humanos de la UOC.

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Las expertas aseguran que para la empresa, una queja puede ser un indicador de que hay algo que no funciona bien y, en este sentido, podría ser útil pero también puede ser conflictivo.

“Hay que practicar la ‘queja sana’, hacer observaciones o sugerencias que puedan ser bienvenidas”, explica Aran. “Tiene que centrarse en hechos perjudiciales para la productividad y mostrar en todo momento una actitud profesional”, añade Rimbau.

Según las profesoras de la UOC, si una queja está bien comunicada, persigue un objetivo concreto, para el propio beneficio del trabajador o de todo el equipo, puede significar un estímulo profesional para el trabajador.

Cinco consejos para ‘quejarse bien’
Para Aran, hay que tener presentes estas estrategias para tener éxito cuando nos quejamos:

1. Buscar el momento idóneo: lo ideal es concertar una hora de encuentro o de entrega.

2. Hacer la queja por escrito reduce el componente emocional y la convierte en más objetiva y comprensible.

3. Mantener el autocontrol si se hace en persona: pensar en la situación como algo que hay que cambiar a mejor y no como una agresión o un ataque a los demás.

4. Describir la situación y las consecuencias negativas que nos ocasiona y, de rebote, ocasiona al equipo y a la empresa.

5. Proponer alternativas de solución, sin exigir y procurando empatizar.

“Si la sugerencia cae en saco roto, no hay que insistir más; se puede correr el riesgo de ser considerado conflictivo”, alerta Rimbau. Las quejas que son aceptables son aquellas que reclaman algo derivado de un acuerdo roto o de un compromiso”, añade.

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Los quejones
Según Aran, hay varios tipos de gruñones:

Quejones crónicos: “Comunican sus quejas de modo que alteran el clima laboral y la capacidad de concentración del resto de trabajadores, y eso afecta a la productividad”. Lo hacen de modo que cualquier cosa es susceptible de crítica y buscan aliados, “se quejan de forma reiterada y eso se convierte en un hábito”.

Yo crítico: aquel que lo critica todo, que se queja y que siempre está disconforme. “Es un perfil completamente reconducible: hay que implicarlo en un proyecto del que pueda ser responsable”, concluye Aran.

Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

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