Cuando el trabajador se siente estresado, fatigado o desanimado, los presuntos responsables -comúnmente- son los colaboradores poco amables, incapaces de avanzar proyectos en equipo, los jefes ‘tóxicos’ o la existencia de una agenda saturada. Pero hay otros factores silenciosos que desencadenan un estado de tensión.
Los materiales, el sistema de ventilación e incluso la estructura arquitectónica de la oficina pueden generar estrés. En efecto, los responsables de un estado de ánimo sumamente bajo pueden encontrarse en la oficina, sin que ello implique necesariamente que se trate de las personas con quienes se labora.
“Materiales, colores, sistema de ventilación, nivel de ruido y mobiliario, constituyen más del 36% de un clima laboral positivo”, explica la especialista Liliana Silva, directora de Mercadotecnia de la firma inmobiliaria Grupo Xtra, para el portal CNN Expansión.
De ese modo, la oficina puede ‘enfermar’ al trabajador o influir positivamente en su estado anímico, lo cual se traduce -finalmente- en los niveles de desempeño laboral.
Así, un ambiente poco ordenado, sin espacios suficientes entre un computador y otro, sin elementos que le permitan al trabajador sentirse cómodo (sillas, escritorios, materiales de oficina) puede detonar el estrés.
Una oficina puede reforzar o contrarrestar la salud del empleado y -por ende- la productividad, según las características arquitectónicas que predominen. Los espacios poco luminosos y sin ventilación generan mayor estado de ansiedad, de acuerdo a los datos publicados por Stress Research Institute.
Por ello, para garantizar un sistema de ventilación saludable, es necesario limpiar el aire acondicionado con la periodicidad indicada para evitar que las bacterias queden en el ambiente produciendo estornudos, tos, etc. No solo eso. Existen materiales de construcción que contienen tóxicos, lo cual puede causar dolores de cabeza.
Para recordar
El síndrome de edificio enfermo -término utilizado cuando las malas condiciones en las oficinas generan problemas de salud en los empleados- afecta a un 30% de las instalaciones corporativas en el mundo, según la OMS.