Vinos, quesos, jamones: la batalla de las denominaciones de origen en acuerdo TTIP

La denominación de origen para un productor es como una joya de familia, y la idea de que ese tesoro del terruño se transforme en nombre genérico los exaspera.

Detrás del aparente folclore de las denominaciones, incomprendido en Estados Unidos, tiene lugar una verdadera batalla comercial
Detrás del aparente folclore de las denominaciones, incomprendido en Estados Unidos, tiene lugar una verdadera batalla comercial

París (AFP).- Brie francés, feta griego, manchego español o parmiggiano italiano, los productores europeos exigen el respeto de sus denominaciones de origen en la Asociación Transatlántica de libre comercio e inversión entre EEUU y la UE (TTIP), tema de fuerte debate en las negociaciones reanudadas el lunes en Nueva York.

La denominación de origen para un productor es como una joya de familia, y la idea de que ese tesoro del terruño se transforme en nombre genérico los exaspera. Pero la noción europea de indicación geográfica protegida no tiene un reconocimiento internacional armonizado.

“En Estados Unidos, brie o feta son nombres genéricos”, indica Paul Zindy, encargado de misión del CNAOL, el Consejo francés de denominaciones de origen de los lácteos.

Y los productores estadounidense no quieren que eso cambie. El norteamericano “Consortium for common food names”, denuncia incluso los “ataques” de la Unión Europea contra los nombres genéricos.

Según Paul Zindy, la Comisión Europea tiene ahora una “posición bastante firme” al respecto, y adjuntó al protocolo de negociación del TIPP una lista de 200 productos asociados a una tierra: aceites, embutidos, quesos, vinos y dulces, entre otros.

Veintiséis productos españoles figuran en ella, desde el azafrán de La Mancha, hasta el turrón de Alicante, pasando por los jamones de Huelva y Teruel, aceites de diversas regiones y quesos.

Pero la comisión ha adoptado esa idea recientemente, según el secretario de Estado francés de Comercio Exterior, Mathias Fekl, ardiente defensor de “la diplomacia de los terruños”.

El mes pasado, Fekl había manifestado su preocupación por las “discusiones bloqueadas” sobre el tema, al terminar la 12ª ronda de discusiones de los dos bloques.

“Si las negociaciones desembocaran en una puesta en competencia de dos modelos agrícolas y alimentarios diferentes, el nuestro no resistiría”, advirtió, recordando que la superficie agrícola de Francia, primera agricultura de Europa, equivale al 8% de los 375 millones de hectáreas agrícolas estadounidenses.

Y es que detrás del aparente folclore de las denominaciones, incomprendido en Estados Unidos, tiene lugar una verdadera batalla comercial.

“La denominación geográfica es ante todo un elemento de autentificación de los productos. Y detrás de los productos, que representan empleos y divisas, hay también un concepto de organización social y meidoambiental de los territorios, por definición indelocalizable”, afirma Jean-Luc Darrien director del INAO, el instituto francés que administra las denominaciones de origen.

Champagne californiano y sherry.
En el 2014, para Francia, los productos vendidos bajo el signo de la calidad y el origen representaban 22,000 millones de euros de facturación, de los cuales poco más de 16,000 millones para los vinos, según el INAO.

Los productores europeos están escaldados por un precedente de Estados Unidos: un acuerdo de 2005 autorizaba a los viñateros estadounidenses a utilizar 17 nombres “semigenéricos” asociados a una localización, por ejemplo “champagne californiano”. Ese acuerdo concernía asimismo el “burgundy” (borgoña), “chianti”, “sherry” (jerez) y “porto”.

“El acuerdo preveía a plazo el abandono de esos semigenéricos a cambio de la utilización de menciones tradicionales como ‘Château’ o ‘Clos’”, pero “lamentablemente esa segunda etapa nunca fue aplicada”, explica Pascal Bobillier-Monnot, director de la Confederación de Productores de Vinos y Licores de denominación de origen controlada.

El resultado es hoy claro: “53% del volumen de blancos efervescentes vendidos en Estados Unidos son estadounidenses. De ellos 75% son presentados como ‘champagne” a menos de diez dólares. Cuando el verdadero champagne, vendido a alrededor de 30 dólares, no sobrepasa el 10% del mercado”.

Y todo intento de volver sobre el tema desde 2009 resultó vano, agrega Bobillier-Monnot. “Los norteamericanos simplemente no respetaron el acuerdo. Punto final”.

Según Paul Zindy, los viñateros de Nappa Valley entienden empero el interés de una denominación geográfica y se unieron a la red mundial “Origin”.

Pero el lobby de los lácteos norteamericanos, en cambio, se moviliza para oponerse a la lista de las 200 denominaciones que la UE quiere proteger. Su argumento: “somos una nación de inmigrantes, un melting-pot cultural. Ese saber tradicional es también nuestro, el de nuestros antepasados”.

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