Reuters.- El área de bosques de la Amazonía devastada por la minería ilegal se duplicó en dos años en Perú y muchos indígenas en la frontera con Brasil y Bolivia viven con mortales niveles de mercurio utilizado para extraer oro, dijeron el Gobierno y expertos.
Esta actividad, que crece fuertemente de la mano con el alza del precio del metal precioso, deforesta zonas protegidas de la región Madre de Dios, la de mayor biodiversidad del país y uno de los pulmones más grandes del planeta.
Perú es el sexto productor mundial de oro y Madre de Dios es responsable de alrededor del 13% del suministro local.
“En dos años casi se han duplicado a unas 50,000 hectáreas los bosques devastados en Madre de Dios por la minería ilegal. Esto es indignante”, informó a Reuters el asesor y experto del tema en el Ministerio del Ambiente, Ernesto Ráez.
En lo que va del año, las Fuerzas Armadas han realizado 14 interdicciones, destruyendo enormes vehículos de carga, bombas de agua y dragas, una especie de pala gigante que extrae tierra mineralizada de los ríos de la Amazonía y la procesa con mercurio para obtener oro. Tras la operación, la tierra con mercurio vuelve al agua.
Ráez sobrevoló el lunes por la zona afectada en Madre de Dios y confirmó que la depredación no solo afecta los bosques, sino a los peces de los ríos que sirven de alimento para los indígenas de la zona. “Es un atentado ambiental gravísimo”, refirió.
Daño de mercurio
Un estudio patrocinado por la Universidad de Stanford de California reveló que indígenas de Madre de Dios, principalmente niños, tienen en promedio en su organismo niveles de mercurio que superan en hasta cinco veces lo permitido, siendo víctimas de una contaminación que causa daños irreversibles al cerebro y hasta la muerte.
“Hemos estudiado los niveles de mercurio en 24 pueblos y ciudades de Madre de Dios y se encontró que todas las zonas se tenían niveles de mercurio por encima del nivel permitido, cinco veces del límite internacional”, dijo Luis Fernández, jefe del proyecto Carnegie de Mercurio de la Universidad de Stanford.
Además “se encontró que los niños de las comunidades nativas son tres veces o más afectados que los niños que se encontraban en ninguna comunidad nativa”, agregó.