Los valles del sur en Lima Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna, son las zonas definidas para cultivar la uva que se utilizará para la elaboración del pisco.
De la misma forma, el pisco no se puede elaborar con cualquier uva, sino con ocho especies previstas, como son: Moscatel, Albilla, Torontel, Italia, entre las aromáticas; y Quebranta, Negra Criolla, Mollar y Uvina, entre las no aromáticas. Estas características lo hacen especial, además del proceso que sigue para su destilación y posterior envasado.
Este escenario sería todo propicio, si no fuera por la expansión de la agroindustria y otros factores que amenazan su desarrollo agrícola, lo que podría afectar los futuros récord de producción como lo ha dado a conocer el Ministerio de la Producción.
José Moquillaza, enólogo, productor y embajador de la Marca Perú en el tema pisco, sostiene que en los últimos 10 años se han reducido en aproximadamente 2,000 hectáreas, los cultivos para la uva pisquera.
“No hay una cifra exacta de las hectáreas de producción de uvas para pisco. El último censo agropecuario no distingue entre uvas para pisco o uvas para la agroexportación”, remarcó.
José Moquillaza explica que hace unos años se dijo que había aproximadamente 30,000 hectáreas dedicadas al cultivo de la uva pisquera, pero en realidad solo hay alrededor de 5,000 hectáreas, y cada vez se reducen, lo que pone en riesgo a la industria. ¿A qué se debe?
Razones de menos hectáreas
Una de las razones es la expansión de los cultivos de agroexportación, principalmente la uva de mesa, y es que, por ejemplo, los agricultores dedicados a la uva para el pisco reciben un pago promedio de US$ 0.50 por kilo, mientras que los productores de uva para exportación tienen un pago cinco veces mayor, siendo alrededor de US$ 2.50 por kilo.
La segunda gran diferencia – explica José Moquillaza – es que los niveles de rendimientos de los dos cultivos son distintos. Mientras por cada hectárea de uva de exportación obtienen 30 toneladas, en el caso de las uvas pisqueras oscilan entre 13 y 15 toneladas, la mitad.
Aunque comenta que, con la expansión de la uva en el norte del país, como son los valles de Piura y Lambayeque, principalmente, la presión por áreas de cultivos se ha reducido; sin embargo, las diferencias en rendimiento por hectárea y precios, sigue siendo una amenaza para el cultivo de la uva pisquera.
José Moquillaza comenta que, siendo un producto bandera el Estado debería evaluar una propuesta de subsidio o algún sistema similar que contribuya en su desarrollo, y no enfrentar los riesgos que hoy se tiene y que cada año se reducen las superficies de cultivos.