(Bloomberg).- El aire color tierra que cubre las ciudades chinas en estos momentos es malo para las personas que viven allí. Podría resultar insalubre también para los productores de carbón de los Estados Unidos.
La intensa oposición en la costa oeste estadounidense, por el cambio climático, la congestión ferroviaria y los daños a las pesquerías de los aborígenes estadounidenses, ya está bloqueando las nuevas terminales de exportación destinadas a enviar carbón al otro lado del Océano Pacífico.
Ahora China -que consume casi tanto carbón como todo el resto del mundo junto- está acelerando el cambio a combustibles más limpios, con un posible límite a las emisiones de carbono y a las nuevas centrales a carbón.
Aun cuando estos cambios no se produzcan tan rápido como esperan los ambientalistas, el presidente chino Xi Jinping planea desechar la estrategia económica que hizo surgir plantas siderúrgicas a carbón en todas las provincias.
El rechazo cada vez más fuerte hacia el carbón en China y los Estados Unidos pone en peligro las aspiraciones de compañías como Peabody Energy Corp. y Arch Coal Inc. en la región de más rápido crecimiento del mundo.
“El juego para los productores estadounidenses de carbón tiene que estar en Asia”, dice Richard Morse, director gerente de SuperCritical Capital LLC, firma de investigación del carbón. “Es allí donde está la acción”.
Para los productores de carbón de los Estados Unidos, el problema es llegar allí. Los yacimientos más atractivos y abundantes de la industria se encuentran en la cuenca del río Powder en Wyoming, donde las excavadoras horadan la tierra para extraer carbón barato con bajo contenido de azufre.
Hoy, parte de ese carbón es transportado por tren a lo largo de unas 1,700 millas (2,736 kilómetros) a un puerto canadiense donde se lo carga en barcos con destino a China, Corea del Sur y Japón.
Tres sobrevivientes
Hace varios años, los representantes de la industria comenzaron a buscar rutas más cortas hacia esos países e India a través de Oregon y el estado de Washington. Las campañas de los activistas anti-carbón de esos estados redujeron las seis terminales propuestas a tres sobrevivientes. Ninguna está cerca de iniciar sus operaciones.
El último revés se produjo el 30 de mayo cuando los reguladores del estado de Oregon postergaron hasta agosto la decisión sobre la propuesta de construir la terminal del proyecto Morrow Pacific, la octava de una serie de demoras que frustran a los inversores y los ejecutivos.
Tres días después, el gobierno del presidente Barack Obama propuso normas para reducir las emisiones de carbono, lo que subraya la necesidad de que los productores de carbón desarrollen los mercados extranjeros. “Estamos ganando”, dice Cesia Kearns de la campaña “Beyond Coal” del Sierra Club.
Al otro lado del Pacífico, donde los grandes productores de carbón ven sus mejores perspectivas de largo plazo, se están materializando preocupaciones ambientales similares.
En enero, China, el mayor consumidor mundial de carbón, adelantó a este año el objetivo anunciado anteriormente de reducir su dependencia del carbón a menos del 65% de su consumo de energía para 2017, y están en discusión más límites.