La desaceleración de China un 7.5% refleja el agotamiento de su modelo basado en las exportaciones, afirmó el docente del IE Bussinnes School, Fernando Fernández.
Los envíos del gigante asiático -explicó- están disminuyendo “significativamente” por la menor demanda de sus principales socios comerciales y la pérdida de competitividad de las empresas chinas, debido al alza de los salarios.
“China ha perdido la ventaja salarial y la respuesta de las autoridades ha sido aumentar la inversión pública, que ha sido financiada por un crédito creciendo a tasas superior al 30%”, anotó
Ante esa situación, China restringió el crédito, impulsando un mercado “paralelo” o crédito social, es decir, operaciones que no se registran en los balances de los bancos, pero que se reflejan en la solvencia de las instituciones financieras en la medida que otorgan préstamos al sector social, representado por las empresas públicas paraestatales.
“China está todavía está muy lejos de la transición necesaria hacia un modelo más intensivo en consumo. La inversión pública es solo un eslabón intermedio hacia un crecimiento basado en el consumo, que implicaría aumento de la renta disponible y un cambio fundamental en el modelo político y social”, remarcó.
Fernández advirtió que es imposible entender un crecimiento basado en el consumo sin aumentar el grado de autonomía y libertad, así como la participación de los consumidores y pequeños empresarios en la gestión pública. “Eso platea grandes incertidumbres”, agregó.
China -acotó- enfrenta además el problema típico de los países que deben aumentar el ingreso per cápita por encima de los ocho mil euros, pues se requieren “cambios microeconómicos profundos”.
“El crecimiento no puede ser dirigido desde el Estado, sino que debe existir una clase empresarial y de consumidores que lo afronten. Esa es la asignatura de China y tiene que ver con un cambio político”, finalizó.