1. Años de bonanza: El país seguirá creciendo entre 5% y 6% el próximo año y, a partir del 2014, podría acelerarse y rozar el doble dígito de concretarse los proyectos mineros que duplicarán la producción de cobre. También hay perspectivas promisorias en hidrocarburos. La demanda interna sigue poniendo un piso alto a la actividad económica.
2. Lluvia de dólares: El dinero fluye en el mundo. Mientras los bancos centrales de economías desarrolladas sigan con políticas expansionistas, los dólares lloverán al Perú, desde inversión extranjera directa hasta capitales golondrinos. Controles a los flujos más especulativos están hoy en la agenda empresarial.
3. Cuidado con las arterias: Infraestructura y energía son dos sectores que preocupan porque pueden frustrar las proyecciones de crecimiento. Sin embargo, presentan también una oportunidad de más inversión que ayude a la competitividad y la inclusión.
4. Foco público: El Estado ya no genera alergias, pero sí preocupación en cuanto a la falta de una carrera pública y un servicio civil de clase mundial. No hay oposición a que el Estado crezca si ello se hace en función de invertir en mejorar su funcionamiento.
5. Educación e innovación para el futuro: El día en que no haya boom minero o que los consumos per cápita ínfimos que muestra el Perú converjan con los de otros países, no habrá por dónde crecer. Con una población educada y un sistema económico que incentive la innovación, se daría origen a nuevas fuentes de dinamismo.
6. Un nuevo mercado: Inversores, empresarios, banqueros y reguladores coinciden en que el mercado de valores necesita una reforma. El objetivo: democratizarlo para inversionistas retail y emisores medianos.
7. Social es empresarial: La palabra social, ya sea en su versión positiva (“responsabilidad social”) o negativa (“conflicto social”), protagoniza hoy directorios, planes estratégicos y nombres de gerencias. La visión paternalista o meramente marketera de lo social va en franco declive.
8. Mujeres de cambios: La generación de ejecutivas que hoy está en niveles de jefatura y gerencia promete escalar a las posiciones más altas como nunca antes, dado su propio ímpetu y la tendencia empresarial de buscar compatibilizar el trabajo con la familia.
9. Revolución joven: Las diferencias de actitud hacia el trabajo y el déficit de talento que agobia a muchos sectores plantean un escenario en el que las generaciones más jóvenes tienen un inusual poder de negociación.
10. A la calle: O a la plaza, el Congreso, el gremio o el puesto público. La idea fuerza de CADE 2012 es que el líder empresarial debe pasar al compromiso y a la acción. Cada vez más ejecutivos abrazan ese llamado.