Con mucha frecuencia insisto en este concepto: el dinero no es un fin en sí mismo sino un medio que nos permite alcanzar nuestros objetivos de vida. De hecho, en mi experiencia, muchos errores financieros se deben a que las personas no tienen claro qué es lo que realmente quieren lograr en la vida, ni conocen sus prioridades: lo que es verdaderamente importante.
Eso es lo que hace que confundamos las cosas: deseos, necesidades y prioridades. Hay personas que “necesitan” tener algo que en realidad desean. Sucede de manera muy frecuente con los autos: es probable que sí necesitemos tener uno por varias razones, pero no ese de lujo que queremos comprar y para el cual tendremos que endeudarnos.
La publicidad juega un rol muy importante en todo ello. Está precisamente dirigida a lograr despertar nuestro deseo de pertenecer a cierta clase social, a cierto círculo. Los que “saben disfrutar” visten cierta marca de ropa o acuden a cierto tipo de lugares. La mercadotecnia se mezcla con aspectos psicológicos y logra su cometido: despertar nuestros sentidos. En ocasiones, complementan su ataque lanzándonos una serie de promociones “únicas e irrepetibles, que no podemos dejar pasar”. Es hoy o nunca. No hay mañana.
Para facilitar nuestra decisión, nos ofrecen pagos pequeños. Mensualidades “sin intereses”. Nos ponen todo en bandeja de plata, simplemente tenemos que firmar y lograremos todo aquello que queremos en la vida. ¡Si tan sólo fuera verdad!
Muchas veces, sin embargo, con eso estamos sacrificando nuestro futuro, posponiendo nuestros sueños. Son muy pocas las personas que ahorran para su retiro. Las que han construido un fondo para emergencias o las que tienen asegurada su casa. No les alcanza para esto porque están pagando la pantalla plana, la ropa propia o de los hijos, el coche o, peor, una gran fiesta.
Por eso hablo tanto de prioridades en este espacio. Por eso menciono tanto lo importante que es conocer nuestra escala de valores. Por eso le pido a la gente que haga una reflexión y se pregunte qué es lo más importante para ellos en la vida. Porque sé que en eso reside la clave del adecuado manejo de nuestro dinero.
Cuando tenemos claras nuestras prioridades, podemos tomar decisiones de gasto que estén alineadas. Sabemos qué es lo más importante y, por lo tanto, podemos destinar parte del dinero que ganamos hacia ellas, antes de que lo gastemos en otras cosas. También podremos ver si nos alcanza para comprar aquello que deseamos o si eso significaría tener que distraer recursos de ellas. Podremos tomar entonces decisiones conscientes.
Ahora bien, al momento de definir nuestras prioridades tenemos que ser muy específicos. Por ejemplo: muchas personas me dicen que quieren alcanzar la felicidad. Pero, ¿qué es para ellos la felicidad? ¿Qué significa en realidad?
La relevancia de tener una visión de futuro
En mi familia siempre me inculcaron lo importante que es tener una visión de futuro. ¿Qué tipo de vida quiero tener? ¿Cómo me gustaría vivir dentro de 20, 30 o 40 años? ¿Cuáles serían mis sentimientos? ¿Qué cosas quiero hacer antes de morir? ¿Para qué estoy viviendo?
Me enseñaron sobre sueños, sobre ideales pero, sobre todo, que todo ello es posible si me esfuerzo, si trabajo y si voy construyendo mi vida día a día sobre esa visión. Eso es inspirador, representa una enorme motivación y es, a la vez, una gran fortaleza.
Nuestro dinero es parte de ello. Sirve para poder construir eso que queremos. El ahorro, la inversión, el no tener deudas, todo ello forma parte de eso mismo.
Se dice fácil sin duda, pero quizá es el aspecto más complicado de las finanzas personales. Por eso es también el más importante. Si uno tiene claro a dónde quiere llegar y utiliza ciertos instrumentos a su alcance (un mapa, una brújula) llegará a su destino. Las finanzas personales son eso: una herramienta para poder alcanzar esos sueños.
Diario El Economista de México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)