El inicio del proyecto no pudo haber sido mejor, pues las entidades financieras se han puesto de acuerdo para contratar una plataforma tecnológica única, ya que ello permitirá la interoperabilidad necesaria entre las diferentes “billeteras móviles” que ofrezca cada entidad.
La regulación, por su parte, es bastante precavida, pues a fin de prevenir el lavado de activos, ha fijado un límite máximo de pagos por S/. 1,000 mensuales y de saldos por S/. 2,000 para el mismo periodo. Si bien se han incluido normas de seguridad contra delitos informáticos, también será necesario que las autoridades –y los bancos– presten atención a la experiencia en otros países e identifiquen con premura los tipos de delitos comunes que se cometen con estos productos, desde robos de teléfonos hasta secuestros al paso.
Otro desafío interesante vendrá con el lanzamiento del producto. Es muy probable que los bancos –y las empresas que decidan operar como emisoras de dinero electrónico (EEDE)– implementen agresivas campañas de promoción, no solo en los medios masivos, sino también a través de llamadas a los teléfonos móviles de clientes potenciales. Se estima que existen nueve millones de peruanos aptos para manejar dinero electrónico, y un mercado de ese tamaño es más que apetecible.
Pero ¿se imaginan recibir llamadas de decenas de EEDE, generalmente en horarios poco oportunos? Quizás Indecopi deba evaluar el relanzamiento de su servicio “Gracias… no insista”, en tanto que las empresas a la caza de clientes podrían buscar estrategias de publicidad más inteligentes.
Lo que sí es seguro es que el mercado financiero se verá beneficiado, ya que se introducirá una forma moderna de hacer pagos, se elevará el porcentaje de bancarización –todavía muy bajo comparado con otros países de la región– y la utilidad de los teléfonos móviles recibirá un fuerte impulso, que además irá creciendo a medida que se expandan los productos de dinero electrónico.