Este año he hecho muchas de mis compras navideñas en línea, lo cual me ha parecido muy conveniente. De hecho, estando dentro de un centro comercial, a través de mi celular he buscado el mismo producto que quiero comprar en una tienda virtual, simplemente para comparar precios.
En general puedo decir que he encontrado condiciones mucho más favorables en la red, incluso en productos que en una tienda departamental, aparentemente, están muy rebajados. Ha sido un ejercicio muy interesante.
hoy en día, Internet nos ofrece muchos recursos para poder comparar precios. No sólo la herramienta de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Brújula de Compra, sino también entrando directamente a los principales comercios en línea.
Además, en algunos casos, hay gran facilidad de importar productos que no se encuentran en México, con envío gratis (aunque pagando los impuestos correspondientes, en apego estricto a nuestra legislación).
La practicidad con la que uno puede comprar en línea nos ofrece muchas ventajas: es una experiencia sencilla, rápida, cómoda y nos brinda la posibilidad de encontrar, prácticamente, el mejor precio disponible para los productos que necesitamos.
Pero esos mismos beneficios traen ciertos inconvenientes que pueden jugar de manera decidida en contra nuestra.
Es tan fácil hacer clics desde una computadora o celular que si uno no tiene disciplina puede perder el control. Por otro lado, los comercios en línea están llenos de trampas diseñadas para hacernos gastar más.
Algunos ejemplos:
1.- Cuando compramos de manera tradicional, tenemos que sacar la cartera y dar nuestra tarjeta de crédito o débito. En línea no: una vez que damos de alta nuestros datos en el sistema, podemos comprar con la facilidad de “un clic”, evitando incluso el carrito de compras y la posibilidad de revisar nuestra orden.
2.- Como uno no tiene que desplazarse, puede hacer una compra otra dentro de unas horas, otra mañana, y es fácil perder de vista la cantidad que, transacción tras transacción, estamos gastando en realidad.
Para las personas que no llevan un control de sus gastos o un presupuesto bien hecho esto puede ser fatal: recibir una sorpresa muy desagradable cuando llega el estado de cuenta.
3.- En las tiendas en línea hay ofertas tipo “flash” que desaparecen en unos cuantos minutos si uno no las aprovecha en ese momento: una enorme trampa para aquellos que son impulsivos.
Por otro lado, una vez que uno selecciona algún producto, en la parte de abajo hay propuestas para añadir otros artículos relacionados (por ejemplo: “quienes compraron este artículo también adquirieron este otro”). Es relativamente fácil caer en la tentación.
4.- Cuando uno finaliza la compra, igualmente se despliega una página mostrando artículos relacionados, invitándonos de nueva cuenta a volver a adquirir algo adicional.
Algo que yo personalmente experimenté durante esta etapa de compra de regalos de Navidad es la necesidad de volver a la tienda (o a la aplicación) a buscar otras cosas que deseo o tengo pensado comprar. En algún momento me vi en la tentación de hacerlo y lo que lo impidió fue mi proceso mental para comprar: volver a mi presupuesto antes de hacer clic, ver si me alcanzaba o qué otras cosas tendría que dejar de lado para poder hacer espacio a dicha compra.
Una práctica que recomiendo siempre: el presupuesto, contrario a lo que la gente piensa, no es para restringirnos, sino un instrumento que nos permite tomar decisiones alineadas a nuestras prioridades. No se trata de no gastar, sino dado que nuestro dinero es limitado, se trata de decidir cómo hacerlo de una manera más inteligente.
Es importante mencionar: hay gente que se ha vuelto “adicta” a las compras en línea y ha perdido el control de una manera importante (endeudándose hasta el límite de sus varias tarjetas de crédito, lo cual muchas veces significa exceder de manera importante su capacidad de pago).
Por eso hay que tener mucho cuidado, y si uno tiene un historial de compras por impulso o por depresión, mejor mantenerse alejado.
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Diario El Economista de México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)