El Economista de México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
Es sabiduría popular que las buenas o malas influencias determinan la forma en la que vivimos. El refrán “el que anda con lobos a aullar se enseña” implica que las personas que nos rodean ejercen una influencia sobre nuestros hábitos y conductas tanto en un sentido general, como en temas concretos y específicos.
En un estudio publicado este mes por el National Bureau of Economic Research, los autores Casey Ichniowsky y Anne Preston, del Departamento de Estudios Económicos de la Universidad de Harveford, publicaron sus conclusiones sobre un estudio relacionado con la influencia que tiene la pertenencia a un grupo de alto desempeño en el desarrollo de habilidades personales; ello, a partir de un detallado estudio sobre el desempeño de jugadores profesionales de futbol soccer.
La influencia del grupo en el sujeto
Varios son los factores que contribuyen a este efecto. El primero está relacionado con una influencia de “pares”, que se refiere a la presión que implícitamente se recibe al pertenecer a un grupo que tiene prácticas o hábitos comunes en alguna rama de actividad sobre la cual, en el caso del estudio, tienen un desempeño sobresaliente.
Las personas que se insertan en ese entorno buscan reafirmar su pertenencia y agradar a los integrantes de ese grupo manteniendo los patrones de conducta.
Un segundo elemento está relacionado con el efecto de mejores prácticas que se produce cuando nos rodeamos de personas que destacan en alguna actividad particular.
Más allá del conocimiento formal que exista en los individuos del grupo, el conocimiento comunitario y la forma en la que éste se transmite de una manera más cotidiana y fluida, son elementos fundamentales para entender el efecto positivo que en este sentido se produce.
Un tercer elemento de influencia relacionado con la pertenencia al grupo que se distingue en alguna rama de actividad, se refiere a la posibilidad de compartir y socializar objetivos concretos relacionados con la actividad o la conducta que caracteriza al grupo.
Su aplicación en las finanzas
En diversos experimentos relacionados con temas financieros, se ha encontrado que cuando establecemos objetivos puntuales relacionados con el control del gasto o con prácticas de ahorro, se tienen mejores posibilidades de sostener la práctica de manera recurrente y ésta se traduce en un hábito.
De la misma manera que a un jugador de cualquier deporte que busque mejorar sus capacidades le conviene rodearse de un entorno de atletas que destaquen en ese deporte, la conducta financiera también es influida por un entorno favorable.
Quien desea mantener finanzas personales sanas debe procurar alejarse de entornos donde el dispendio y la falta de planeación sean constantes y buscar, por el contrario, entornos donde la conducta frecuente sea la de previsión.
Una conclusión importante de esta investigación es que los efectos positivos de la pertenencia al grupo que mantiene una conducta ejemplar se prolongan más allá del tiempo de pertenencia concreta a dicho grupo.
Si cree que la experiencia de un jugador de futbol no es aplicable para otros temas como los financieros, piense que los patrones que mueven nuestra conducta son extrapolables a cualquier rama de actividad humana.
La lección es que podemos promover nuestra vinculación con personas que mantengan hábitos y conductas financieras ejemplares como un medio para procurarnos un entorno que favorezcan esas mismas conductas de manera personal.
Si cree que eso sería una amistad interesada, llámele como quiera, pero puede tener un efecto positivo de largo plazo sobre su conducta y sus hábitos financieros en el futuro. Y un regalo de esa importancia sólo se obtiene de verdaderos amigos.
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