Los actos de la canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II propiciaron que el Vaticano, y la misma ciudad de Roma, reciban un total de 800,000 personas que querían presenciar el evento religioso, informó hoy el vicedirector de la Oficina de Prensa del Vaticano, Ciro Benedetti.
Precisó que aproximadamente 500,000 personas estuvieron situadas en el área de la Plaza de San Pedro, en la Via de la Conciliazione y en sus aledaños.
Mientras tanto, en el resto de Roma, en las diferentes plazas donde se han instalados grandes pantallas para seguir la ceremonia, se ubicaron otras 300,000 personas.
La plaza de San Pedro, lugar central de la ceremonia de canonización de los dos pontífices, que estuvo a cargo del papa Francisco y el papa emérito Benedicto XVI, estaba repleta antes de comenzar el acto.
Aunque la ceremonia en sí es extraordinaria, la presencia de Benedicto agrega otra dimensión histórica: nunca antes un papa reinante y uno retirado habían celebrado una misa en público, mucho menos en una ocasión en que se honrara a dos de sus más famosos predecesores.
La presencia de Benedicto también refleja el balance que Francisco tuvo en consideración al canonizar a Juan XXIII y Juan Pablo II, que muestra la unidad de la iglesia al honrar a un papa conservador y un liberal.
Benedicto, de 87 años, llegó a la plaza de San Pedro por su propio pie entre aclamaciones de la multitud. Vistiendo ropajes blancos y la mitra blanca de los obispos se sentó junto con otros cardenales pero se incorporó para saludar al presidente de Italia cuando éste llegó a la misa.
El Ministerio del Interior italiano había estimado que un millón de personas atestiguarían la misa desde la plaza, las calles adyacentes y las plazas cercanas, donde se colocaron pantallas gigantes para que la gente pudiera seguir la ceremonia.