Hace poco tuve una entrevista con un abogado en Londres que apenas llegó se disculpó por estar agitado. “Mi esposa me ha prohibió montar bicicleta después de tres accidentes en el centro de Londres en un periodo de 12 meses”, explicó. “Ahora estoy fuera de forma”.
Le mencioné que yo acababa de caminar desde Hackney –en el este de Londres– hasta la ciudad, y me sorprendió el número de ciclistas que llevaban lo último en equipos reflectantes y de polipropileno, pero que iban sorteando el tráfico sin un casco. Mi amigo abogado sonrió como recordando algo. “Tengo en mi teléfono una foto de mi casco agrietado para mostrarle a las personas como estaría su cabeza si manejaran sin uno de ellos”, dijo.
Mientras más gente se moviliza en bicicleta al trabajo en ciudades como Londres, Nueva York y San Francisco, el tema de conversación a menudo es sobre los peligros de manejar en el tráfico pesado de la ciudad. ¿Acaso los taxis que paran sin previo aviso son la mayor amenaza o quizás las furgonetas de reparto que dan vuelta repentinamente?
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Boris Johnson, alcalde de Londres, con frecuencia ha elogiado efusivamente el transporte en bicicleta al trabajo, tanto así que las bicicletas de alquiler en la ciudad llevan el apodo de “bicicletas Boris”. Pero a pesar de que Johnson ha experimentado un par de sustos mientras manejaba bicicleta, se ha abstenido de hacer obligatorio el uso de cascos.
Entiendo que manejar en verano con casco puede ser incómodo, pero creo que el tema de los cascos, obligatorios o no, es muy controvertido. Australia, Nueva Zelanda y partes de Canadá han adoptado leyes de uso obligatorio de casco y está claro que las muertes de ciclistas se redujeron en los años posteriores a la adopción de dichas leyes.
Algunos han señalado que el número de ataques cardíacos aumentó en Australia debido a que algunos ciclistas dejaron la bicicleta como medio de transporte al trabajo por no usar un casco, pero ¿esto es realmente relevante?
El triste hecho es que Londres ya ha registrado ocho muertes de ciclistas antes de junio de este año, mientras que en Nueva York las muertes se duplicaron a 18 en el 2014 frente al año anterior. Es cierto que el número de ciclistas está aumentando en ambas ciudades, que es algo bueno, pero eso no disminuye los peligros evitables. Entre las víctimas había un renombrado cirujano de Manhattan y un neurocientífico, quienes no llevaban cascos.
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Michael Carter, un neurocirujano pediátrico en Bristol, me dijo recientemente que a menudo ve casos de lesiones en la cabeza por accidentes de bicicleta en la sala de urgencias del hospital que se podrían haber evitado si los ciclistas llevaran cascos. “No tiene ningún sentido manejar sin casco”, dijo el Dr. Carter, quien ha dejado de manejar bicicleta en la ciudad a causa de las recientes muertes de dos amigos.
El Cochrane Library, ampliamente aceptado como el estándar referencial para investigación médica en todo el mundo, revisó los accidentes en bicicleta e hizo una comparación estadística de los diferentes estudios para ver si había patrones en el uso del casco.
La revisión indicó que tres cuartas partes de todas las muertes en bicicletas son el resultado de lesiones en la cabeza. Además encontró que “llevar casco reduce el riesgo de lesiones en la cabeza o el cerebro en aproximadamente dos tercios o más, independientemente de si el accidente involucró un vehículo motorizado”.
Una solución al problema de la seguridad ciclista es la creación de espacios exclusivos (ciclovías) para los ciclistas, algo que ha ocurrido en Berlín, Nueva York y otras ciudades y que debe ser imitado en otros lugares. Pero estas ciclovías no eliminan el peligro del todo y la respuesta razonable es el uso de casco, incluso para viajes cortos, concluye Charles Wallace en su artículo publicado por Financial Times.