Es una pequeña librería francesa en la cuarta cuadra de Shell, en Miraflores. Es un sábado en el que un reducido grupo de fanáticos se ha enterado de la presencia del Premio Nobel de Literatura Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, 1940). El escritor francés es la estrella de la nueva edición de la Feria del Libro.
Con la de Lima, en la región solo hay tres librerías francesas. Aquí en este pequeño espacio se vende toda la obra de Le Clézio, pero también autores de otras partes, todos traducidos al francés, así como libros de cocina, arte, moda y cómics.
Este es un lugar para quienes dominan o buscan aprender el idioma galo. El hotel que está al frente nos ha hecho bien, afirma su propietario Juan Solá.
El giro de la fama
Le Clézio ha llegado y sus fans sonríen con timidez. Nadie se le acerca. El escritor es alto y delgado, ríe con facilidad, mientras saluda con amabilidad a sus seguidores.
La fama del escritor se multiplicó en el 2008, cuando en medio de una polémica entre escritores estadounidenses y los miembros de la Academia Sueca, se hizo del Premio Nobel. Nunca ocultó su alegría ni quiso fingir con falsas modestias. “Los escritores son frágiles. Todo lo que les suba la moral es bueno”.
Antes del premio, todos coinciden en que era un autor cuya fama estaba circunscrita a su país, pese a haber publicado más de 40 títulos, entre novelas, relatos y ensayos.
En busca de una firma
Una fila se ha armado en la librería miraflorina. Le Clézio firmará libros a sus fans.
En el fondo, Alonso Cueto, el escritor peruano, también espera su turno. En pocas horas, se volverán a encontrar en Jesús María, en la primera de las dos presentaciones que Le Clézio dará en la feria.
Le Clézio rechaza un lapicero, prefiere una pluma, dice antes de empezar a firmar libros. Pide el nombre de cada uno de sus fanáticos.
Viajero y lector
El autor cruza palabras en perfecto castellano. Sus 12 años en México le dan esa soltura. Habla de Lima con uno de ellos.
“Es una ciudad muy grande, pero tiene el encanto de una pequeña ciudad”, le dice a uno. A otra joven le pregunta de qué parte es. Le responde Surquillo, y él añade: “Cerca de Miraflores”.
A otro le cuenta que conoce Arequipa y que irá a Pachacámac, en el sur.
Le Clézio es un viajero, su biografía y su pasaporte tienen sellos de EE.UU., donde fue profesor, al igual que de Corea. Ha visitado gran parte de Europa y pasado países tan disímiles como Nigeria o Uzbekistán. Sus viajes lo inspiran. “Ser de aquí y de allá, pertenecer a varias historias”, escribió en su novela ‘Révolutions’. Así parece definirse.
“No soy viajero, soy escritor. Para mí, los libros son medios de viaje, son una naves para volar. No es un viaje territorial, es más bien la aventura de la lectura, el viaje de las palabras”, detalla a Gestión mientras sigue disparando dedicatorias.
Una mujer le pide el autógrafo para su hijo. ¿Cuántos años tiene?, pregunta. Tiene 8, le contesta. Es una buena edad para empezar a leer, retruca. El autor a los 7 ya escribía. A los 23, publicó “El atestado”, con influencia existencialista, y su fama se multiplicó, los premios llegaron y los viajes se extendieron.
Era la década del 60 y era una suerte de estrella, pero siempre muy local. Dos décadas más tarde, ganó el Premio Paul Morand, adjudicado por la Academia Francesa por su novela “Desierto”.
Qué leer
Somos los últimos de la fila. Le Clézio sigue ameno mirando libros. Hay que leer, insiste antes de posar para una foto, “pero también hay que viajar con libros, es un buen amigo de los viajes”, añade a este diario.
Le preguntamos con qué título sugiere empezar a conocerlo. Mira el estante, pero debajo de sus títulos identifica la versión en francés de “Los ríos profundos”, de Arguedas. “Habría que empezar primero por este”, lo señala.
“Es un gran libro”, afirma. En la conferencia de prensa que dio el viernes, había revelado su admiración por el autor. “Estoy empezando a leer ‘El Sexto’, me parece extraordinaria”, apunta.
En la década del 2000, también fue preguntado por dónde empezar a leerlo y sugirió “Pavana”, una novela que cuenta una batalla que libró en México contra una compañía que pretendía construir una fábrica de sal en una zona donde las ballenas llegaban a aparear.
Hay quienes afirman que fue un ecologista cuando aún ellos no existían. Le Clézio recuerda con cariño ese texto. “Ganamos”, afirmó en su momento.
Otro sí digo
Dos Nobel conversan. Le Clézio no solo se ha confesado seguidor de Arguedas, sino también de Vargas Llosa, de quien dice que es un autor de “una obra mayor”.
Los dos novelistas además coincidieron en el Hay Festival de Segovia, hace dos años, donde conversaron sobre un tema que los une: sus lazos paternos. Ambos conocieron tarde a sus padres y ellos fueron determinantes en sus carreras.
Dixit
“Me pareció una persona sencilla, muy simpática, abierta y comunicativa. Y este es el recuerdo que tengo de él cuando no era Nobel. Ni él lo era ni yo lo soñaba. Como escritor es estupendo, tiene muchísimas cosas que me gustan mucho”. José Saramago