Desde que Charles Lewis Tiffany inaugurara su primera tienda en 1837 gracias a que su padre le prestara el equivalente a 1200 euros, Tiffany & Young, como se llamó desde un inicio, abandonó la venta de artículos de oficina para convertirse en una de las tiendas de objetos exóticos de La Quinta Avenida más visitada por los neoyorquinos.
Pero fue en 1848 cuando Charles Lewis decidió aventurarse en la venta de joyas, las mismas que han logrado cautivar a primeras damas, divas y mujeres adineradas hasta el día de hoy. Y es que Tiffany supo aprovechar la situación de los aristócratas franceses quienes pusieron a la venta sus más preciados diamantes, luego de la caída de la monarquía en Francia. Para ese entonces, Charles ya era apodado como “el rey de los diamantes” por la prensa.
Dos décadas después, hacia 1870, el boom del capitalismo le cayó a Tiffany como anillo al dedo y hasta la actualidad la suerte no ha dejado de sonreírle.
Esta firma que diseñó el escudo del billete de un dólar celebra hoy su aniversario de la mejor manera posible, al facturar hasta 330 millones de euros anuales, a pesar de los estragos de la crisis financiera.
La innovación de Tiffany&Co
El color azul se convirió en el tono característico de Tiffany, después de que en 1845 Charles Lewis publicara por primera vez el catálogo Tiffany’s Blue Book. Así también la introducción de piedras preciosas de color muestran el espíritu innovador de la cotizada boutique.
Por su parte, Elsa Peretti, encargada de la dirección creativa de Tiffany&Co, realizó un importante aporte, mediante la joyería moderna con anillos, pendientes y cadenas en forma de judías, estrellas de mar, medusas, lágrimas, serpientes, escorpiones y huesos.
En palabras de Audrey Hepburn en la película “Desayuno con diamantes”, Tiffany “es el mejor lugar del mundo, donde nada malo puede suceder”.