India es la octava economía del mundo pero también una potencia en posesión de oro, ya que solo el año pasado importó 960 toneladas del metal precioso.
Esta cantidad representó el doble de las reservas de su banco central en el metal, y solo produjo cuatro toneladas, lo que ha convertido al país en el mayor importador de este producto en el mundo.
Según el Consejo Mundial del Oro, en la economía india, los privados poseen cerca de US$ 1 millón de millones en ese metal precioso.
En general, la alta posesión de oro por personas en ese país tiene que ver con un tema cultural y religioso, lo que explica que al menos el 10% de esta cantidad, algo así como US$ 1,000 millones, se encuentran en los mismos templos, en sus edificios y sus esculturas.
El problema es que con el precio internacional en niveles aún altos, dice la BBC, este desajuste genera una fuerte sangría de divisas, que condiciona la política económica.
Por eso, el gobierno dirigido por Narendra Modi está impulsando políticas para que los templos tomen el oro que reciben en forma de ofrendas por sus fieles y lo depositen en bancos, cobrando intereses por su “cuenta metálica”.
La medida busca aumentar la liquidez del país que, cada año, inmobiliza nada menos que US$ 40,800 millones por compras de oro.
La idea del gobierno es usar este oro como reservas, para prestar a empresas y activar el crédito. Al fin, dotar a la economía de mayor liquidez.